El rendimiento físico es una prioridad para quienes practican deporte, ya sea de forma profesional o como parte de una rutina saludable. Normalmente, al hablar de mejorar la fuerza, la resistencia o la capacidad de recuperación, se suele pensar en proteínas y carbohidratos. Sin embargo, hay un tercer componente que muchos pasan por alto y que podría estar marcando la diferencia sin que lo sepas: las grasas saludables.
Este nutriente, que durante décadas ha sido injustamente demonizado, está empezando a recuperar su lugar en las conversaciones sobre salud y deporte. Diversos estudios respaldan su papel esencial no solo en la producción de energía sostenida, sino también en el equilibrio hormonal, la función cerebral y el control de la inflamación. Ignorarlas no solo limita el progreso físico, sino que puede estar comprometiendo la salud a largo plazo.
2El rendimiento físico mejora con las grasas correctas

El rendimiento físico no se beneficia de cualquier tipo de grasa. Las saturadas en exceso o las grasas trans, que abundan en la bollería industrial y los productos ultraprocesados, pueden aumentar el riesgo cardiovascular y dificultar la digestión. En cambio, las grasas insaturadas que se encuentran en el aguacate, el aceite de oliva virgen extra, los frutos secos o los pescados azules son altamente beneficiosas.
Estas grasas saludables no solo proporcionan energía estable durante largos periodos de actividad, sino que también ayudan a mantener niveles constantes de azúcar en sangre, evitando los picos y bajones que afectan la concentración y la resistencia. Para quienes entrenan en sesiones prolongadas o de alta intensidad, adaptar el cuerpo para que use grasa como fuente energética puede suponer una mejora significativa en el rendimiento físico global.