La OCU ha lanzado una alerta que sacude los hábitos más arraigados de los conductores españoles. Esa acción casi automática que realizamos en la gasolinera, ese ritual de parar, abrir el depósito y seleccionar el combustible, podría estar costándonos más dinero del que pensamos. No hablamos de la fluctuación de precios o de la diferencia entre estaciones de servicio, sino de un detalle sutil, una pequeña omisión que, sumada a miles de operaciones diarias, se convierte en un pellizco considerable para el bolsillo del ciudadano y en una práctica que, pese a su aparente inocuidad, merece ser examinada de cerca por su impacto directo en la cartera del consumidor.
Esta advertencia de la OCU pone el foco en la confianza ciega que depositamos en el proceso de repostaje. Estamos acostumbrados a que todo funcione correctamente, a que el surtidor marque lo que debe y a que el cobro sea exacto. Sin embargo, la prisa, el despiste o, simplemente, la falta de costumbre nos llevan a pasar por alto un paso fundamental antes de empezar a llenar el tanque. Es un descuido mínimo en apariencia, pero que abre la puerta a posibles errores o irregularidades que terminamos pagando sin siquiera darnos cuenta, minando esa confianza que debería ser la base de cualquier transacción comercial y evidenciando la necesidad de estar siempre vigilantes, incluso en las tareas más cotidianas.
1LA ALERTA DE LA OCU QUE TODOS DEBERÍAMOS ESCUCHAR
La Organización de Consumidores y Usuarios, conocida popularmente como OCU, es una entidad que lleva décadas velando por los derechos de los ciudadanos en España, analizando productos, servicios y denunciando prácticas que considera abusivas o perjudiciales. Su reciente advertencia sobre lo que ocurre en algunas gasolineras no es una anécdota menor; es la señal de alarma sobre un fallo potencial en el proceso que afecta a millones de repostajes cada día en todo el país. No se trata de una teoría conspiranoica ni de casos aislados reportados por unos pocos, sino de una llamada de atención fundamentada que procede de una institución seria y respetada, y que pone el dedo en una llaga que muchos quizá ni siquiera sabían que existía hasta ahora.
El núcleo de la preocupación que expresa la OCU reside en un detalle técnico, pero con consecuencias económicas tangibles para el consumidor: el contador del surtidor. Antes de que empiece a fluir el combustible, este contador debe marcar exactamente cero. Parece obvio, pero la práctica común de repostar sin verificar este simple dato es, precisamente, el punto débil que la organización señala, indicando que es aquí donde puede originarse un cobro indebido, aunque solo sean unos pocos céntimos por operación, que se suman a lo largo del tiempo y del número de veces que visitamos la gasolinera.