lunes, 23 junio 2025

¿Comer pan congelado? Un nutricionista explica por qué deberías evitarlo si no quieres quitarte años de vida

Pues sí, el pan congelado, ese compañero fiel de muchas mañanas y meriendas, omnipresente en supermercados y panaderías que se anuncian como «recién hecho», parece inofensivo, incluso una bendición para quienes no tienen tiempo de pasar por una tahona tradicional. Pero, ¿y si esa comodidad tuviera un precio oculto para nuestra salud a largo plazo, algo que un nutricionista experimentado nos advertiría con seriedad? La respuesta, por sorprendente que parezca para un alimento tan básico, podría estar más cerca de lo que pensamos y afectarnos de maneras que no imaginábamos.

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La advertencia de un experto en nutrición sobre evitar este tipo de pan si no quieres «quitarte años de vida alimentar a tus bacterias» suena alarmante y, a primera vista, desproporcionada para algo tan cotidiano. Sin embargo, detrás de esa frase contundente hay una explicación fundamentada en cómo se produce este alimento a escala industrial y qué impacto tiene ese proceso, aparentemente inocuo, en nuestro organismo, especialmente en ese universo microbiano que habita en nuestro intestino y que juega un papel crucial en nuestra bienestar general. Desentrañar este misterio es fundamental para tomar decisiones informadas sobre lo que ponemos en nuestro plato.

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CALIDAD NUTRICIONAL: LO QUE SE PIERDE EN EL CAMINO RÁPIDO

Fuente: Freepik

Más allá del impacto directo en la microbiota, el método de producción del pan congelado también afecta su perfil nutricional general. La fermentación lenta tradicional no solo mejora la digestibilidad, sino que también aumenta la biodisponibilidad de ciertos nutrientes, como minerales (hierro, zinc, magnesio), al descomponer los fitatos, compuestos que impiden su absorción. Al saltarse o acortar drásticamente este paso, el pan rápido puede ofrecer menos beneficios nutricionales.

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Además, la estructura del almidón en el pan fermentado de forma rápida es diferente; tiende a ser más fácilmente digerible en el intestino delgado, lo que se traduce en un pico de glucosa en sangre más rápido y pronunciado. Aunque esto puede variar según el tipo de harina, esta respuesta glucémica elevada es un factor a considerar, especialmente para personas con resistencia a la insulina, diabetes o quienes buscan controlar su peso, ya que el consumo frecuente de alimentos con alto índice glucémico se asocia a un mayor riesgo de enfermedades metabólicas a largo plazo. El pan congelado, en este sentido, se comporta más como un carbohidrato simple de lo que aparenta.

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