martes, 24 junio 2025

¿Comer pan congelado? Un nutricionista explica por qué deberías evitarlo si no quieres quitarte años de vida

Pues sí, el pan congelado, ese compañero fiel de muchas mañanas y meriendas, omnipresente en supermercados y panaderías que se anuncian como «recién hecho», parece inofensivo, incluso una bendición para quienes no tienen tiempo de pasar por una tahona tradicional. Pero, ¿y si esa comodidad tuviera un precio oculto para nuestra salud a largo plazo, algo que un nutricionista experimentado nos advertiría con seriedad? La respuesta, por sorprendente que parezca para un alimento tan básico, podría estar más cerca de lo que pensamos y afectarnos de maneras que no imaginábamos.

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La advertencia de un experto en nutrición sobre evitar este tipo de pan si no quieres «quitarte años de vida alimentar a tus bacterias» suena alarmante y, a primera vista, desproporcionada para algo tan cotidiano. Sin embargo, detrás de esa frase contundente hay una explicación fundamentada en cómo se produce este alimento a escala industrial y qué impacto tiene ese proceso, aparentemente inocuo, en nuestro organismo, especialmente en ese universo microbiano que habita en nuestro intestino y que juega un papel crucial en nuestra bienestar general. Desentrañar este misterio es fundamental para tomar decisiones informadas sobre lo que ponemos en nuestro plato.

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LA CONEXIÓN OCULTA: INFLAMACIÓN CRÓNICA Y AÑOS DE VIDA

Fuente: Freepik

Llegamos al punto más inquietante de la advertencia del nutricionista: la relación entre el pan congelado y la posibilidad de «quitarse años de vida». Esta afirmación, drástica, probablemente se refiere al vínculo conocido entre una dieta basada en alimentos ultraprocesados (como a menudo lo es el pan industrial congelado) y el desarrollo de inflamación crónica de bajo grado en el organismo. Esta inflamación silenciosa no causa síntomas agudos, pero se mantiene activa en el tiempo.

La inflamación crónica es un factor subyacente en muchas de las enfermedades que acortan la esperanza de vida o empeoran su calidad: enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, obesidad, algunos tipos de cáncer, enfermedades neurodegenerativas e incluso trastornos autoinmunes. Al alterar la microbiota, aportar carbohidratos de rápida absorción y contener aditivos potencialmente inflamatorios, el consumo regular de pan congelado podría estar contribuyendo a este estado inflamatorio persistente, sumando un pequeño pero constante factor de riesgo que, a lo largo de los años, puede tener consecuencias significativas para la salud y la longevidad. Priorizar alimentos menos procesados y más nutritivos, como el pan de verdad hecho con fermentación lenta, no es solo una cuestión de digestión o nutrición inmediata, sino una inversión a largo plazo en nuestro bienestar.

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