La OCU ha vuelto a poner el dedo en la llaga, y no es para menos, ya que el universo de las aplicaciones móviles esconde a menudo trampas económicas que pasan desapercibidas para el usuario medio. Hablamos de esas suscripciones que se activan casi sin darnos cuenta, aprovechando un descuido, una letra pequeña ilegible o la promesa de un servicio gratuito que, de repente, comienza a generar cargos recurrentes en nuestra cuenta bancaria. Un goteo de dinero que, euro a euro, puede convertirse en una sangría considerable a final de mes, y que tiene a muchos con la mosca detrás de la oreja.
El fenómeno no es nuevo, pero parece haberse sofisticado con el auge de los servicios digitales, donde la facilidad para contratar contrasta con la dificultad, a veces hercúlea, para darse de baja. La Organización de Consumidores y Usuarios lleva tiempo advirtiendo sobre estas prácticas, que rayan en lo abusivo y juegan con la confianza y, en ocasiones, con la falta de pericia tecnológica de una parte de la población. La clave está en estar alerta y saber dónde mirar, porque muchas de estas apps están instaladas en nuestros teléfonos sin que seamos plenamente conscientes de sus implicaciones financieras.
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La mejor estrategia contra estas prácticas abusivas es, sin duda, la prevención. Esto implica adoptar una serie de hábitos saludables al interactuar con aplicaciones y servicios digitales, como leer siempre los términos y condiciones antes de aceptar, especialmente si se solicita introducir datos de pago para un periodo de prueba. Desconfiar de las ofertas demasiado buenas para ser verdad y ser especialmente cauto con las aplicaciones que prometen funciones extraordinarias sin un modelo de negocio claro es otra recomendación clave de la OCU.
Configurar alertas para el final de los periodos de prueba, utilizar tarjetas virtuales de un solo uso para suscripciones temporales o revisar periódicamente los permisos concedidos a las aplicaciones instaladas son otras medidas efectivas. En definitiva, se trata de cultivar una actitud crítica y vigilante, siendo conscientes de que en el mundo digital, al igual que en el físico, nadie regala duros a cuatro pesetas. La información y la precaución son nuestras mejores aliadas para evitar que nuestro smartphone se convierta en una puerta abierta al robo silencioso, un consejo que la OCU no se cansa de repetir.