¿No estás harto de las dietas que prometen milagros y solo traen frustración? Planes que te hacen pasar hambre, que te prohíben medio supermercado y que, al final, no funcionan. Pero ¿y si te digo que el secreto no es dejar de comer, sino elegir mejor lo que comes? ¿Me creerías? Este es un método sin trucos raros ni fórmulas mágicas, solo con alimentos que te nutren, te sacian y, además, te ayudan a perder peso.
Cada vez más estudios demuestran que el tipo de comida que eliges importa más que la cantidad. Y lo mejor de todo es que no hace falta complicarse la vida: los alimentos poco procesados, los de toda la vida, son los que mejor funcionan cuando quieres adelgazar sin agobiarte. Aquí te contamos cuáles son, por qué ayudan y cómo incorporarlos a tu día a día sin morir en el intento.
4¿QUIÉN DIJO QUE LA GRASA ENGORDA?
La palabra “grasa” no debería darte miedo. Lo que engorda no es la grasa en sí, sino el exceso. De hecho, hay grasas saludables que te ayudan a perder peso porque aportan saciedad, sabor y beneficios metabólicos. El aguacate, los frutos secos, el aceite de oliva virgen extra o el pescado azul son ejemplos perfectos. Inclúyelos en tus comidas y verás cómo aguantas más tiempo sin picar entre horas.
Además, estas grasas ayudan a tu cuerpo a absorber mejor las vitaminas y mantienen a raya la ansiedad. Eso sí, no hace falta bañarlo todo en aceite ni comer frutos secos a puñados: como todo, en su justa medida. Por su parte la grasa del cerdo es una de las grasas más saludables que puedas incluir en tu dieta, ya que ofrece al organismo vitaminas liposolubles como la vitamina A, D, E y K; ideales para fortalecer los huesos, mejorar la vista y ayudan a reducir el colesterol malo -HDL-, gracias a sus ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados.