La copa de frutas con nata se ha convertido, sin apenas proponérselo, en uno de los postres estrella del verano. Fresca, vistosa y muy sencilla de preparar, es la elección perfecta para quienes buscan algo más especial que una simple pieza de fruta sin caer en excesos. Su combinación de sabores, texturas y colores no solo conquista por el paladar, sino también por la vista, y se adapta a todos los gustos con facilidad.
Lejos de las elaboraciones complejas, la copa de frutas con nata es una de esas recetas que parecen más sofisticadas de lo que realmente son. Ideal para después de una comida ligera o como merienda, resulta perfecta para los días calurosos gracias a su alto contenido en agua, su toque dulce natural y la suavidad de la nata montada. Además, permite aprovechar las frutas de temporada, lo que la convierte también en una opción económica y saludable.
1Ingredientes para una copa de frutas irresistible

Para preparar una buena copa de frutas con nata, lo esencial es contar con fruta fresca y de calidad. Se recomienda utilizar una mezcla que combine distintos sabores y texturas: el dulzor del mango, la acidez del kiwi, la suavidad del plátano o la jugosidad de las fresas y la piña. También se puede incluir fruta de la pasión o arándanos para un toque exótico y visualmente atractivo. Las cantidades pueden variar según el número de comensales, pero lo ideal es usar por lo menos tres o cuatro tipos diferentes de fruta para lograr un equilibrio perfecto.
La nata, por su parte, debe ser montada al momento si se quiere un resultado fresco y cremoso. Se puede usar nata para montar con un 35% de materia grasa y añadir una cucharada de azúcar glass por cada 250 ml, batiéndola hasta conseguir picos firmes. Quienes prefieran una versión más ligera pueden optar por yogur griego batido o incluso nata vegetal. El toque final lo pueden poner unas hojas de menta, ralladura de limón o una pizca de canela según el gusto.