La DGT ha puesto el foco, una vez más, en la siniestralidad en nuestras carreteras, señalando específicamente aquellos comportamientos al manillar de una moto que, según sus análisis, son los más letales. No hablamos de meras infracciones, sino de hábitos arraigados o descuidos puntuales que, sumados, dibujan un mapa preocupante de los riesgos a los que se enfrentan (y exponen) los motoristas cada día. Es una radiografía descarnada que obliga a la reflexión urgente sobre la cultura de la seguridad en las dos ruedas en España. Este informe no es un capricho administrativo; es el resultado de años de recopilación de datos, de análisis fríos de tragedias que, en muchos casos, pudieron haberse evitado con un mínimo de conciencia y respeto por las normas y por la propia vida.
Resulta paradójico que la sensación de libertad que buscan muchos al subirse a una moto sea precisamente lo que, mal entendida, les lleve a asumir riesgos desmedidos. La velocidad, la prisa por zigzaguear entre el tráfico, el convencimiento de que «a mí no me pasa nada» o el simple descuido de no abrocharse bien el casco o usar uno caducado, son los ingredientes perfectos para el desastre según los datos de la DGT. Estas conductas, lejos de ser anécdotas, son patrones recurrentes que se repiten en una proporción alarmante de los accidentes mortales o con lesiones graves que se registran anualmente en nuestras vías. La Administración lo advierte con insistencia, pero parece que el mensaje no cala lo suficiente o, peor aún, se ignora sistemáticamente por un sector de los usuarios de moto.
5LA SUMA DE FACTORES Y EL IMPACTO FINAL: UN DIAGNÓSTICO DE RIESGO POR LA DGT

Los cinco errores señalados por la DGT (exceso de velocidad, conducción entre carriles, alcohol, distracciones y cascos no homologados) rara vez actúan de forma aislada en un accidente grave. Lo habitual es que se sumen, que la velocidad excesiva se combine con una distracción, o que el alcohol merme la capacidad de reacción justo cuando se intenta zigzaguear entre coches. La concurrencia de varios de estos factores multiplica exponencialmente el riesgo de sufrir un accidente y, sobre todo, de que las consecuencias sean fatales, un patrón que se repite una y otra vez en los informes detallados que elabora la DGT tras cada siniestro. No es solo la imprudencia individual, sino la concatenación de ellas lo que eleva la siniestralidad.
Entender que cada uno de estos comportamientos es un eslabón más en una cadena de riesgo es fundamental para cualquier motorista. La seguridad no es solo una cuestión de habilidad al manillar, que también es importante, sino principalmente de actitud y conciencia. Respetar los límites de velocidad, anticiparse a los movimientos del tráfico, evitar cualquier tipo de distracción, nunca conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas y asegurarse de que el equipamiento de protección, especialmente el casco, es el adecuado y se usa correctamente son los pilares para reducir drástialidad. Los datos de la DGT son una llamada de atención; ignorarlos es jugar con fuego.