viernes, 27 junio 2025

La trampa silenciosa que convierte a los escritores en esclavos de los concursos

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Cuando un escritor recibe las bases de un concurso literario que le parece atractivo y las lee de un modo cuidadoso en aras del espíritu de perfeccionismo, se esfuerza por cumplir todas las normas y requisitos del certamen en respeto a la honradez que caracteriza su trayectoria. Se va animando a medida que comprueba que una de sus obras cumple con las exigencias. Sigue. Ya no una, sino dos de sus nuevas novelas se adaptan, por ello tendrá que elegir. Ya lo hará, tras esta primera lectura se detendrá a valorar cuál de los dos títulos es más adecuado para optar al premio. De la calidad de ambas está seguro, ya cuenta con bastantes galardones anteriores y, sobre todo, con la crítica positiva de los lectores a los que ha podido vender otras obras de su autoría ya publicadas. Ahora lucha por sus hijos intelectuales recién nacidos, a los que presenta a certámenes para publicarlos después con la garantía del galardón.

De pronto una línea de las bases del concurso se le atraviesa en la mirada. Relee para disipar la lejana posibilidad de haberse equivocado: “la obra presentada ha de ser inédita (claro, es natural) y no puede estar pendiente de fallo en otro concurso”. Otra vez. La ilusión se le derrumba y a pesar de que lo sabe, consulta su base de datos para comprobar que las dos novelas están ya presentadas y ambos fallos, los dos, se anuncian para final de año. Siete meses las dos obras paradas, perdiendo oportunidades, en este espinoso mundo hiper acelerado.

La tentación ya se le ha aparecido otras veces, cambiarle el título al texto y enviarlo, sin más. Sabe de buena tinta que otros premios importantes se han dado incumpliendo leyes mucho más sensatas, como la ausencia de faltas de ortografía. Además, las normas absurdas empujan a saltárselas.

Abre el correo electrónico dispuesto a escribir un mensaje al citado certamen, con una reflexión dirigida al jurado para que mediten y resuelvan sobre el nimio problema que supondría retirar de la competición una obra cuyo autor comunique que ha sido premiada en otra lid. ¿Y si el premiado en cuestión, se calla y acumula las dos medallas? Cuán buena ha de ser su obra, si eso sucediera. No podría quedarse con los dos méritos si parte del premio es la publicación, que suele ser el caso. El desánimo aflige al escritor aún más con una sospecha: que los concursos a los que se ha presentado estén pactados de antemano.

Visibilidad, el gran reto, es un proyecto que trabaja en diferentes aspectos para mejorar la actualidad literaria que perjudica al creador. Los premios son muy importantes, pero también lo es que una buena historia no debe mantenerse dormida, amordazada, durante meses. Visibilidad, el gran reto, pone voz a un problema que con claridad de ideas podría dejar de serlo.

Eva Barro

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Visibilidad El Gran Reto

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