¿Irritable sin motivo? Este desequilibrio hormonal puede estar detrás

Un desequilibrio hormonal puede tener muchas consecuencias a corto, mediano y largo plazo en el cuerpo. Sentirse irritable sin una causa aparente, estallar por detalles insignificantes o vivir en un estado de constante nerviosismo puede tener una explicación mucho más biológica de lo que creemos. Aunque el ritmo de vida actual y el estrés son factores que afectan directamente al estado de ánimo, hay ocasiones en las que el origen está en el interior del cuerpo y puede ser causado por las hormonas.

El sistema endocrino regula funciones esenciales del organismo a través de un complejo entramado de hormonas. Estas pequeñas sustancias químicas influyen en el sueño, el apetito, el deseo sexual, la concentración y también en las emociones. Cuando se alteran sus niveles, incluso de forma leve, pueden generar síntomas difíciles de identificar como físicos o psicológicos. Y es en ese punto donde el desequilibrio hormonal se convierte en una causa invisible pero poderosa de la irritabilidad cotidiana.

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El desequilibrio hormonal y su impacto en el estado de ánimo

Fuente: Pexels

El desequilibrio hormonal afecta directamente a la estabilidad emocional. Cuando las hormonas encargadas de regular el sistema nervioso central, como el estrógeno, la progesterona o el cortisol, se desajustan, el cuerpo reacciona con una mayor sensibilidad al estrés, cambios de humor repentinos o una menor tolerancia a la frustración. Esta situación puede presentarse en cualquier etapa de la vida, aunque es más frecuente durante la adolescencia, el embarazo, el posparto o la menopausia.

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Pero no es necesario atravesar una etapa biológica concreta para que el desequilibrio hormonal haga acto de presencia. Factores como el insomnio, una alimentación inadecuada, el exceso de ejercicio físico o incluso el uso de anticonceptivos hormonales pueden alterar el delicado equilibrio del sistema endocrino. El resultado es un cóctel emocional que, mal entendido, puede confundirse con trastornos como la ansiedad o la depresión leve, dificultando aún más su diagnóstico.

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