Un desequilibrio hormonal puede tener muchas consecuencias a corto, mediano y largo plazo en el cuerpo. Sentirse irritable sin una causa aparente, estallar por detalles insignificantes o vivir en un estado de constante nerviosismo puede tener una explicación mucho más biológica de lo que creemos. Aunque el ritmo de vida actual y el estrés son factores que afectan directamente al estado de ánimo, hay ocasiones en las que el origen está en el interior del cuerpo y puede ser causado por las hormonas.
El sistema endocrino regula funciones esenciales del organismo a través de un complejo entramado de hormonas. Estas pequeñas sustancias químicas influyen en el sueño, el apetito, el deseo sexual, la concentración y también en las emociones. Cuando se alteran sus niveles, incluso de forma leve, pueden generar síntomas difíciles de identificar como físicos o psicológicos. Y es en ese punto donde el desequilibrio hormonal se convierte en una causa invisible pero poderosa de la irritabilidad cotidiana.
3Un problema que se puede tratar e incluso prevenir

La buena noticia es que el desequilibrio hormonal tiene solución. Una vez identificado, puede abordarse desde varios frentes, como cambios en el estilo de vida, una dieta rica en grasas saludables y micronutrientes, control del estrés, y en algunos casos, tratamientos médicos personalizados. Lo más importante es no minimizar los síntomas ni resignarse a vivir con ellos. La irritabilidad constante no es una parte inevitable de la vida, sino una señal de que algo necesita atención.
Prevenir el desequilibrio hormonal es posible con pequeños gestos cotidianos como dormir bien, mantener un horario regular de comidas, practicar actividad física moderada y reducir el consumo de azúcares y ultraprocesados. Escuchar al cuerpo, darle lo que necesita y acudir al médico ante síntomas persistentes puede marcar la diferencia. Porque, aunque a veces no lo parezca, recuperar el equilibrio también es recuperar la calma.