Pedro Sánchez atravesaba uno de sus momentos más delicados desde que asumió la presidencia del Gobierno. La presunta implicación de su mano derecha, Santos Cerdán, en una trama de corrupción amenazaba con derribar su liderazgo, erosionando la credibilidad del Ejecutivo.
Durante días, se especuló con una inminente dimisión, alimentada por el desgaste acumulado, los efectos de la ley de amnistía y las divisiones dentro del PSOE. Sin embargo, como tantas otras veces en la política española, el presidente ha encontrado inesperados aliados en sus adversarios.
Donald Trump, José María Aznar, Juan Carlos Peinado, Rafael Vera y José Barrionuevo, entre otros, han terminado por ofrecer un respiro al líder socialista. No por voluntad propia, claro, sino por el efecto contraproducente de sus palabras y acciones, que han terminado reagrupando a las bases socialistas y desviando el foco mediático de los problemas del Gobierno. A veces, los enemigos más feroces son los mejores aliados.
TRUMP
Uno de los momentos más surrealistas de la semana política fue protagonizado por Donald Trump. En un arrebato populista habitual, el expresidente estadounidense denunció que España solo se compromete a destinar un 2,1% de su PIB a defensa dentro de la OTAN, muy por debajo del 5% exigido a otros socios.
Esta declaración dejó en evidencia a Alberto Núñez Feijóo, quien recientemente había acusado al Ejecutivo de mentir sobre sus compromisos con la Alianza Atlántica, asegurando que se sumaría al umbral del 5%. Pero Trump fue más allá: reconoció que la economía española va «bien».

En la cumbre de la OTAN, donde Sánchez escenificó una calculada soledad que la oposición utilizó para demostrar su aislamiento. Pero el socialista supo darle la vuelta al relato: esa soledad escenificada se convirtió en símbolo de independencia frente a las imposiciones de líderes impopulares como Trump.
AZNAR
Otro de los momentos que ha contribuido involuntariamente a reforzar a Sánchez vino de la mano de José María Aznar. En una entrevista el expresidente del Gobierno insinuó que Pedro Sánchez podría intentar manipular las elecciones generales.
El eco de una teoría de la conspiración sin fundamento, propia del trumpismo más extremo, provocó un rechazo unánime entre la mayoría de medios y actores políticos, incluyendo figuras de la derecha moderada. Feijóo, lejos de desmarcarse, pareció respaldar implícitamente las palabras de Aznar.
El resultado fue un nuevo balón de oxígeno para Sánchez, que aprovechó el exceso para presentarse como víctima de una derecha radicalizada, alejada de los valores democráticos y dispuesta a sembrar dudas sobre las instituciones si no gana en las urnas.
FUEGO AMIGO QUE NO PRENDE
Tampoco ha resultado especialmente dañino para Sánchez el llamado ‘fuego amigo’ que se expresó esta semana a través de una tribuna firmada por históricos del PSOE, entre ellos el exministro José Barrionuevo y el ex secretario de Estado Rafael Vera. Ambos fueron condenados por su implicación en el terrorismo de Estado del GAL.
La inclusión de estas figuras en la crítica a Sánchez solo sirvió para deslegitimar el mensaje. En lugar de abrir una grieta en el seno del partido, permitió al presidente reafirmar su posición frente a las capas menos prestigiadas del PSOE.
En este contexto, la militancia socialista, que en buena parte respalda la ley de amnistía y el rumbo del Gobierno, ha cerrado filas en torno al secretario general.
SURREALISMO JUDICIAL
En el frente judicial, el juez Juan Carlos Peinado ha ofrecido otro salvavidas. Su auto para imputar al ministro Félix Bolaños fue recibido con perplejidad incluso entre juristas conservadores.
En el documento, el magistrado menciona hasta en 18 ocasiones que el ministro está «investigado», pese a no haber sido formalmente imputado. Más llamativo aún fue el supuesto desliz del juez al referirse a la esposa del presidente, Begoña Gómez, en términos que daban a entender que había fallecido, cuando en realidad está viva y compareciendo como investigada en otra causa.
Este tipo de errores, lejos de perjudicar al Gobierno, refuerzan la narrativa de que existe una persecución judicial de corte político contra Sánchez y su entorno. Una línea argumental que el presidente ha cultivado cuidadosamente, presentándose como víctima de una coalición reaccionaria que incluye a parte del poder judicial, medios de comunicación y antiguos dirigentes socialistas.
SENTENCIA
Como broche a una semana que comenzó con mal pronóstico, el Tribunal Constitucional emitió una sentencia favorable a la ley de amnistía. Este respaldo legal a una de las decisiones más controvertidas del Ejecutivo supone una victoria jurídica y política para Sánchez, que puede ahora defender la legitimidad constitucional de su estrategia para pacificar Cataluña.
En resumen, cuando todo parecía perdido para Pedro Sánchez, sus rivales le han dado el impulso que necesitaba para resistir. Trump, Aznar, Peinado y los exdirigentes del PSOE han actuado como los mejores aliados de quien pretendían derribar.