Un vientre plano no es solo una cuestión de estética, sino que también es un reflejo de tu bienestar digestivo y salud general. Muchas veces, el verdadero obstáculo no es lo que comemos durante el día, sino cómo terminamos la jornada. La cena, ese momento de relajación en el que el cuerpo empieza a prepararse para el descanso, puede convertirse en el peor enemigo de un abdomen deshinchado si no se eligen los alimentos adecuados.
Es habitual pensar que un bocadillo rápido, una pizza casera o incluso un plato de pasta ligera son elecciones inocentes para cenar. Sin embargo, muchos de estos alimentos, ricos en carbohidratos simples y difíciles de digerir por la noche, pueden provocar hinchazón abdominal y dificultar la digestión. Si lo que tienes como objetivo es lograr un vientre plano, es clave saber qué evitar, y qué incluir en su lugar.
3Un vientre plano también se construye con hábitos

Más allá de lo que se pone en el plato, el vientre plano también depende de cómo y cuándo se cena. Lo ideal es cenar al menos dos horas antes de irse a dormir, comer despacio y masticar bien los alimentos. Además, otros hábitos que incluyen evitar distracciones como el móvil o la televisión durante la comida también ayuda a conectar con la saciedad y a no sobrecargar el estómago.
Por último, puede ser muy útil beber una infusión digestiva como manzanilla, menta o anís después de la cena, un hábito que logra marcar la diferencia. Estos pequeños gestos, sumados a una cena adecuada, crean una rutina que favorece una mejor digestión y un descanso reparador. Así, poco a poco, el vientre plano dejará de ser una meta lejana para convertirse en parte del día a día.