En el mapa de España existe un oasis climático que cada verano se convierte en el objeto de deseo de miles de personas que huyen del calor asfixiante de la península. Mientras el resto del país se derrite bajo olas de calor que baten récords, hay una región que ofrece una tregua, un respiro bendito donde las temperaturas se mantienen suaves y el aire es fresco. No hablamos de un remoto pueblo de montaña, sino de un archipiélago paradisíaco, una promesa de alivio que se materializa en las Islas Canarias. Un refugio atlántico que demuestra que es posible disfrutar del verano sin sufrir sus peores consecuencias.
Este archipiélago atlántico desafía la lógica peninsular y se erige como la excepción que confirma la regla del estío español. La idea de un verano fresco puede sonar a quimera, pero en estas islas es una realidad palpable gracias a una combinación única de factores geográficos y meteorológicos. Olvídate del ventilador a todas horas y de las noches en vela por el bochorno. Las Canarias proponen un plan diferente, un microcontinente en miniatura que ofrece una escapada perfecta, donde el paisaje volcánico se funde con una brisa constante que acaricia la piel y te recuerda que otro verano, uno mucho más amable, es posible.
1EL MILAGRO CLIMÁTICO: POR QUÉ HACE ‘FRÍO’ EN EL TRÓPICO

Puede parecer una contradicción, pero la ubicación geográfica de las Canarias, cerca del Trópico de Cáncer, es precisamente una de las claves de su clima privilegiado. Mientras que otras zonas del planeta en la misma latitud sufren un calor extremo, el archipiélago se beneficia de un fenómeno casi milagroso. Esta bendición climática lo convierte en un destino único en España y en Europa, desmintiendo el tópico de que para encontrar un clima suave en verano hay que viajar al norte. Aquí, en el sur, su clima es el resultado de un delicado equilibrio de factores geográficos, una carambola cósmica que funciona a las mil maravillas.
Dos son los grandes responsables de este termostato natural. Por un lado, la influencia del anticiclón de las Azores, que garantiza un tiempo estable y aleja las borrascas. Por otro, y de forma aún más decisiva, la corriente marina fría de Canarias. Esta rama de la corriente del Golfo baña las costas de las islas con aguas que raramente superan los veintitrés grados en verano. De este modo, la corriente fría actúa como un termostato gigantesco que refrigera las aguas que bañan sus costas, impidiendo que las temperaturas se disparen como ocurre en el Mediterráneo, cuyas aguas cálidas agravan la sensación de bochorno.