Alberto Núñez Feijóo respira aliviado. A falta de unos días para el Congreso Nacional del Partido Popular, el líder gallego ha logrado apuntalar su autoridad interna con un gesto que muchos interpretan como una victoria estratégica: Isabel Díaz Ayuso no presentará enmiendas al sistema de elección del presidente nacional.
Con este gesto de la presidenta madrileña, Feijóo evita un pulso que podría haber fracturado al PP en un momento de euforia contenida por la crisis del Gobierno. Ayuso, que en los últimos meses había coqueteado con el ala más rupturista del partido, se pliega por ahora a la dirección nacional.
No impulsará la propuesta de ‘un militante, un voto’ para elegir al presidente, y acepta mantener el actual sistema de compromisarios. Esta renuncia pública a liderar una batalla interna de calado ideológico es leída en Génova como una muestra de que el liderazgo de Feijóo ha resistido su momento más delicado.
TREGUA PACTADA
La paz con Ayuso no ha sido gratuita. Según diversas fuentes del partido, se ha producido un intenso debate interno en el seno del PP madrileño y conversaciones con la dirección nacional. La presidenta madrileña habría evaluado que abrir un frente interno en este momento podría debilitar su propia proyección futura.
Además, habría obtenido garantías de visibilidad y peso político en el congreso que se celebrará en julio, con una intervención destacada y un reconocimiento al modelo madrileño de gestión. Pero finalmente no apuesta por la fractura. Feijóo, por su parte, consigue ganar tiempo y autoridad.
El Congreso no se convertirá en un referéndum sobre su liderazgo ni en un campo de batalla por el control del aparato. La ratificación del sistema de compromisarios como método de elección presidencial le garantiza un entorno más controlado y previsible, alejado de sorpresas o giros de última hora.

El modelo garantiza que los votos que realmente cuentan en el congreso provienen de delegados electos y afines a las estructuras provinciales, donde el líder de la oposición cuenta con un sólido respaldo.
VOZ DISONANTE: ALEJANDRO FERNÁNDEZ
Con la tregua sellada con Ayuso, el único foco de conflicto significativo en el próximo cónclave popular vendrá desde Cataluña. Alejandro Fernández, líder del PP catalán, ha anunciado que presentará una enmienda en la que plantea rechazar cualquier tipo de pacto con Junts per Catalunya.
La propuesta, claramente dirigida a marcar distancias con las estrategias de aproximación al nacionalismo catalán que algunos sectores del partido han defendido en el pasado, incomoda a la dirección nacional, que busca proyectar una imagen de centralidad y apertura. La enmienda de Fernández no es baladí.
En el contexto de la fragmentación del independentismo y la posible necesidad de buscar apoyos parlamentarios en el Congreso, el PP quiere mantener abierta la puerta a pactos institucionales que le permitan desbloquear situaciones políticas sin entregar nada en términos identitarios. Sin embargo, Fernández, quien ha sufrido presiones para dejar la presidencia del PP catalán, lanza una advertencia clara: no todo vale con tal de debilitar al PSOE.
Aunque esta enmienda podría no prosperar en el congreso, sirve para visibilizar una de las tensiones internas que todavía persisten en el PP: la relación con el nacionalismo periférico y la estrategia a seguir en comunidades donde el partido es marginal.
El caso catalán es especialmente sensible, y la batalla de Alejandro Fernández puede convertirse en un símbolo de resistencia de las bases más conservadoras del PP frente a un intento de viraje centrista de Feijóo.
Con todo, el saldo político de las negociaciones previas al congreso es favorable a Alberto Núñez Feijóo. El líder gallego llega a la cita sin grandes desafíos internos, con la imagen de unidad más o menos controlada.