La reciente tormenta que azotó con violencia varios municipios de Aragón ha golpeado también, con fuerza, a la reputación de su presidente autonómico, Jorge Azcón (PP). Las lluvias torrenciales provocaron inundaciones devastadoras, especialmente en zonas rurales de Zaragoza y Teruel, dejando a decenas de familias sin hogar, infraestructuras inutilizadas y a cientos de vecinos sumidos en la angustia.
Pero cuando más se necesitaba liderazgo y presencia institucional, Azcón estaba lejos. A más de mil kilómetros, concretamente en Galicia, celebrando una boda. Y no volvió hasta el lunes siguiente, tres días después del inicio de la emergencia.
El presidente aragonés se ausentó del territorio en uno de los momentos más críticos del año, y su tardía reacción ha sido duramente criticada desde distintos frentes. A su llegada a las zonas afectadas, le esperaban no solo vecinos enfadados, sino también una tormenta de reproches políticos y sociales.
Lejos de ofrecer disculpas o asumir alguna responsabilidad, Azcón optó por una justificación llamativa: «No tengo un Falcon», afirmó, en referencia al avión presidencial que suele utilizar Pedro Sánchez. Sin embargo, esta coartada se vino abajo rápidamente.
Según confirmó el propio Gobierno de Aragón a eldiario.es, Jorge Azcón no viajó en avión, ni necesitaba medios extraordinarios para regresar. El desplazamiento se hizo en coche oficial, con chófer incluido, y formaba parte de un viaje organizado para asistir a la boda del vicepresidente gallego Diego Calvo, quien además ostenta las competencias de Emergencias en Galicia.
Durante el fin de semana, Azcón no solo fue a la boda, sino también a un concierto. Es decir, tenía medios y capacidad para volver antes a Aragón. Simplemente, no lo hizo. La imagen transmitida fue la de un presidente más preocupado por el ocio personal que por la situación de emergencia que vivía su comunidad.
REACCIONES ENCENDIDAS
La indignación política no se hizo esperar. El portavoz del PSOE en las Cortes de Aragón, Fernando Sabés, fue uno de los más contundentes. Desde Madrid, la ministra de Educación, Pilar Alegría, también alzó la voz en el Congreso.
«Se marchó de bodorrio y de festival a Galicia. Eso sí, con coche oficial», resumió con dureza. La respuesta social fue igual de crítica.

En pueblos como Azuara, uno de los más afectados por las inundaciones, los vecinos increparon a Azcón en persona. Le exigieron más ayuda, pero también más respeto: le reprocharon su tardanza y su falta de empatía en el momento más delicado.
AMISTADES PELIGROSAS
La polémica del viaje llega además en un momento en el que Jorge Azcón ya está bajo el foco por sus conexiones personales y políticas, en particular con el empresario Juan Forcén, accionista del Real Zaragoza y viejo conocido del presidente. Forcén fue uno de los principales adjudicatarios de contratos públicos durante el mandato de Azcón como alcalde de Zaragoza.
En los últimos meses, ha sido noticia por constituir una empresa en Luxemburgo, Real Z Luxco SARL, utilizando su paquete accionarial en el Real Zaragoza. Se trata de una jurisdicción con fiscalidad favorable, lo que ha despertado sospechas sobre las motivaciones y transparencia de sus movimientos.
Además, The Objective reveló que Azcón y Forcén viajaron juntos a Puerto Rico en enero del año pasado, acompañados por sus respectivas parejas. El viaje, que no tuvo carácter oficial, refuerza la idea de una relación estrecha entre ambos, con intereses que van más allá de lo institucional.
FÚTBOL Y PODER
La influencia de Forcén y de otros inversores en el Real Zaragoza también se proyecta sobre el proyecto de reforma del estadio de La Romareda, que contará con 80 millones de euros de inversión pública, procedente tanto del Ayuntamiento de Zaragoza como del Gobierno de Aragón.
La empresa creada para ejecutar la reforma, Nueva Romareda SL, tiene en su consejo de administración tanto a la alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca, como al propio Forcén. La cesión de la explotación del estadio al club durante 75 años, financiada con fondos públicos, ha levantado críticas entre quienes cuestionan la privatización de infraestructuras deportivas sufragadas por el contribuyente.
En ese contexto, la conexión entre Azcón y Forcén genera incomodidad incluso en sectores del PP aragonés, que temen que estas relaciones personales acaben contaminando la acción institucional.
A LA DEFENSIVA
Azcón ha intentado contener el daño. Ha reconocido en entrevistas que la gente tiene derecho a enfadarse, pese a que asegura que los abucheos de Azuara tienen intención política, y ha prometido dar la cara. Pero sus explicaciones no convencen en algunos ámbitos.
Las imágenes de vecinos angustiados, contrastadas con las de un presidente en una boda y un concierto, pesan demasiado. Lo que podría haberse solucionado con una aparición inmediata y una disculpa sincera se ha convertido en un símbolo desgaste. Y especialmente para un partido en el que ejerce como estrella Carlos Mazón.