La cara es el reflejo de muchas cosas como el descanso, la alimentación, las emociones y también, aunque no siempre lo asociamos, el estrés. En los últimos meses, muchas personas han notado la aparición de manchas oscuras en la cara, a pesar de seguir rutinas de protección solar rigurosas y cuidados cosméticos exigentes. Gema Herrerías, farmacéutica experta en dermofarmacia, explica cuál puede ser la falla. Según dice ella, el estrés puede estar alterando profundamente la salud de la piel y provocando hiperpigmentaciones difíciles de tratar.
El cuidado de la cara suele comenzar con cremas, sombreros, nutricosmética y todo tipo de productos, pero muchas veces se pasa por alto lo más básico, que es la salud mental. Y es que aunque ya se habla abiertamente de cómo el estrés impacta en la digestión o en el sueño, todavía cuesta reconocer su efecto sobre la piel. Según Herrerías, cuando atravesamos un periodo de estrés crónico, se activan mecanismos fisiológicos que alteran directamente la función barrera de la piel, aumentan la inflamación y estimulan la producción de melanina, lo que termina reflejándose en forma de manchas en la cara.
2Algunos errores comunes en la protección solar

La cara puede estar protegida con SPF 50 y, aun así, mancharse. La razón es que muchas veces olvidamos que la piel es un órgano completo, y que la exposición solar del cuerpo también influye en la pigmentación facial. Según Herrerías, no sirve de mucho aplicar un protector potente en la cara si el resto del cuerpo está completamente expuesto o protegido con un factor menor. El cuerpo recibe la radiación, genera una respuesta pigmentaria y eso puede terminar reflejándose también en el rostro, especialmente si hay sensibilidad o antecedentes de manchas.
Además, en días nublados o con poca exposición directa, también se pueden producir alteraciones. La cara sigue recibiendo radiación ultravioleta e infrarroja, así como luz azul de pantallas, todo lo cual suma daño y favorece la aparición de manchas. Por eso, la protección debe ser constante, integral y de amplio espectro. Y lo más importante es que debe ir acompañada de hábitos que ayuden a equilibrar el organismo, empezando por el control del estrés, la hidratación, el descanso y una alimentación antiinflamatoria.