lunes, 30 junio 2025

¿Tu móvil te espía? Este es el permiso que debes desactivar ahora mismo

La sospecha de que nuestro móvil nos espía es una idea que ha rondado en el aire desde hace tiempo, algo propio de novelas de ciencia ficción que, poco a poco, ha ido aterrizando en nuestra realidad cotidiana. Sentir que cada movimiento, cada visita, cada parada en el camino podría estar siendo registrada y analizada por ojos invisibles puede generar una incomodidad profunda, una sensación de pérdida de control sobre nuestra propia privacidad en un mundo cada vez más digitalizado y vigilado. No se trata solo de grandes teorías conspirativas, sino de funciones y permisos que nosotros mismos, quizás por desconocimiento o por aceptar sin leer, concedemos alegremente a las aplicaciones que instalamos día tras día en nuestros dispositivos.

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Entre todas las puertas que abrimos, hay una especialmente sensible y que rara vez cerramos del todo: el acceso a nuestra ubicación. No hablamos del GPS que usamos para no perdernos al volante o al caminar, esa es una función activa y consciente, sino de la capacidad que tienen ciertas aplicaciones para saber dónde estamos en todo momento, incluso cuando no las estamos utilizando, operando silenciosamente en lo que se conoce como segundo plano. Esta persistente vigilancia pasiva es la que alimenta esa inquietud de ser seguidos, y existe un permiso específico, a menudo activado por defecto o aceptado sin pensar, que es el principal responsable de esta situación y que conviene revisar con urgencia si valoramos nuestra intimidad digital en este momento.

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La ubicación en segundo plano permite a una aplicación acceder a los datos de localización de tu dispositivo sin que tengas la app abierta y visible en la pantalla, lo que implica que, desde el momento en que concedemos este permiso, estamos autorizando a esa herramienta digital a registrar por dónde nos movemos a lo largo del día, la noche, la semana entera, creando un rastro detallado de nuestra vida que se almacena y procesa. Este seguimiento constante, invisible para el usuario que no está activamente usando la función de mapas o similares, genera una base de datos enormemente valiosa que puede revelar patrones de comportamiento, hábitos de consumo, y hasta relaciones personales, información que, una vez recopilada, puede ser utilizada para múltiples fines, no siempre alineados con nuestros intereses o nuestra voluntad explícita. La magnitud de esta recogida de datos a través de nuestro móvil es algo que la mayoría de los usuarios no llega a comprender del todo hasta que se le expone con ejemplos concretos, lo que subraya la importancia de la transparencia en los permisos digitales.

El problema fundamental con la ubicación en segundo plano radica en la discreción con la que opera; no hay una notificación constante, ni un icono permanente y obvio (más allá de los indicadores generales del sistema operativo) que nos recuerde que estamos siendo seguidos, permitiendo a las aplicaciones acumular un historial de nuestra geografía personal sin nuestro control activo. Esta información, agregada con la de millones de usuarios, se convierte en oro para las empresas de marketing, análisis de datos, y otros actores del ecosistema digital que buscan perfilar a los usuarios para ofrecer publicidad personalizada o vender esos patrones a terceros. Pensar en la cantidad de lugares que visitamos —el trabajo, el gimnasio, la casa de un amigo, la consulta del médico— y que esa información esté siendo pasivamente recogida por una app que quizás solo usamos una vez al mes para algo trivial, debería ser motivo suficiente para plantearse la necesidad real de este permiso para cada aplicación instalada en nuestro móvil.

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