En la región de Murcia se esconde un secreto a voces que planta cara a los destinos de sol y playa más manidos, un lugar donde el agua brota caliente de la tierra en mitad de un paisaje que parece sacado de otro planeta. Olvídate de las multitudes y la arena pegajosa. Estamos hablando de una experiencia radicalmente distinta, un enclave único que desafía la imagen tradicional de la costa española, invitando a un tipo de turismo más pausado, sensorial y, sobre todo, inesperado. Este rincón demuestra que para disfrutar de un baño memorable no siempre hace falta mirar hacia el mar.
Imagínate un paraje semidesértico, casi lunar, donde el sol cae a plomo y la vegetación lucha por abrirse paso. Y de repente, un oasis de aguas termales que se mantienen a una temperatura perfecta durante todo el año. Es la promesa cumplida de la playa termal de Fortuna, en la pedanía de Mahoya, una experiencia que redefine por completo el concepto de ‘día de playa’. No es solo un chapuzón; es una inmersión en la geología y la historia de una tierra llena de contrastes, un plan que deja una huella mucho más profunda que la de cualquier jornada en una playa masificada.
UN OASIS TERMAL DONDE NADIE ESPERA ENCONTRARLO
El primer impacto al llegar a las inmediaciones de Mahoya es el paisaje. Nos encontramos en el corazón del interior de la región de Murcia, una zona caracterizada por su aridez, sus ramblas secas y un sol que moldea el terreno con una belleza austera y poderosa. Precisamente por eso, la aparición de este complejo acuático resulta tan chocante y maravillosa, un contraste visual que prepara los sentidos para algo extraordinario. No es el típico entorno costero, sino un escenario que evoca más a un balneario natural descubierto por exploradores que a un destino turístico planificado, lo que le añade un aura de autenticidad.
La magia de este lugar tiene una explicación geológica fascinante y muy concreta. El agua no es calentada artificialmente, sino que procede de un manantial subterráneo. Este acuífero, en su largo viaje desde las profundidades de la tierra hasta la superficie, se calienta y se enriquece con una gran variedad de minerales. Es un fenómeno natural que ha convertido a Fortuna en un referente del termalismo desde hace siglos, unas aguas que emergen a más de cincuenta grados centígrados y que, una vez en las piscinas, se templan hasta alcanzar una temperatura ideal para el baño, rondando los treinta y cuatro o treinta y seis grados.
EL SECRETO DEL AGUA CALIENTE: UN BAÑO TERAPÉUTICO TODO EL AÑO
Sumergirse en estas aguas es una sensación difícil de describir con palabras. El cuerpo, acostumbrado al choque térmico del mar o de las piscinas convencionales, se relaja de inmediato al contacto con el agua caliente. No hay tensión, solo una entrega absoluta al placer del baño. Además, la alta mineralización de estas aguas, ricas en sulfatos, cloruros y sodio, les confiere propiedades terapéuticas reconocidas, una sensación de ingravidez y relajación profunda que envuelve el cuerpo al instante. Es una caricia líquida que alivia el estrés, destensa los músculos y deja la piel con una suavidad sorprendente, un beneficio que se siente desde el primer minuto.
Esta cualidad convierte a la playa termal de Fortuna en un destino perfecto para cualquier época del año, desafiando la estacionalidad del turismo de sol y playa. Mientras que en invierno las playas del Mediterráneo quedan relegadas a paseos melancólicos, aquí se puede disfrutar de un baño al aire libre incluso en los días más fríos. Esta joya de Murcia ofrece, por tanto, un balneario natural al aire libre alejado del bullicio convencional, donde la terapia no solo reside en los minerales del agua, sino también en la calma y la singularidad de un entorno que invita a la desconexión total.
ADIÓS A LAS MASAS: POR QUÉ FORTUNA GANA LA PARTIDA A BENIDORM
La comparación con destinos como Benidorm es inevitable, pero el resultado es revelador. Mientras que la experiencia en las grandes playas levantinas a menudo implica una lucha por encontrar un hueco para la toalla, el ruido constante y una sensación de masificación agobiante, Fortuna ofrece exactamente lo contrario. Aquí no hay rascacielos ensombreciendo la orilla, ni vendedores ambulantes interrumpiendo la siesta, sino la paz de un entorno donde el único sonido es el del agua y las conversaciones tranquilas de los bañistas. Es la victoria de la calidad sobre la cantidad, del bienestar sobre el bullicio.
Esa diferencia se traslada también a la autenticidad de la experiencia. Benidorm representa un modelo de turismo globalizado, eficiente pero a menudo impersonal. Fortuna, en cambio, propone una conexión más genuina con el lugar. Es una escapada que se siente más propia, más local, a pesar de atraer a visitantes de todas partes. Supone un cambio de mentalidad, una inmersión en la cultura y el ritmo de vida del interior de la región de Murcia, descubriendo que el verdadero lujo a menudo reside en la simplicidad, la tranquilidad y la oportunidad de disfrutar de un fenómeno natural casi único en nuestro país.
MÁS ALLÁ DEL CHAPUZÓN: EXPLORANDO LOS TESOROS DE FORTUNA
Limitar la visita a un simple baño sería un error, ya que el municipio de Fortuna y sus alrededores ofrecen mucho más. La localidad tiene una historia íntimamente ligada a sus aguas, como demuestra el impresionante yacimiento romano de la Cueva Negra. Este santuario, dedicado a las ninfas de las aguas, evidencia que ya en la antigüedad se veneraban las propiedades curativas de estos manantiales, un legado que atestigua la importancia de estas aguas desde la antigüedad. Un paseo por el pueblo, con sus otros balnearios históricos, completa la visión de una cultura forjada en torno al agua y el bienestar que ofrece.
Y, por supuesto, una escapada a esta zona de Murcia no estaría completa sin rendir homenaje a su gastronomía. La cocina del interior murciano es contundente, sabrosa y profundamente arraigada a la tierra. Platos como el zarangollo, el arroz con conejo y caracoles o las gachasmigas son imprescindibles para reponer fuerzas tras una jornada de relax termal. Y de postre, nada como unos paparajotes, sabores auténticos que completan una escapada sensorialmente redonda. La visita a Fortuna se convierte así en un viaje que satisface todos los sentidos, no solo el del tacto en sus cálidas aguas.
GUÍA PRÁCTICA PARA DESCUBRIR LA JOYA ESCONDIDA DE MURCIA
Para disfrutar de esta maravilla hay que poner rumbo al Balneario de Leana, uno de los más antiguos de España, en cuyo complejo se encuentran estas famosas piscinas termales exteriores. Aunque el balneario ofrece alojamiento y un circuito de spa completo, es posible acceder únicamente a las piscinas exteriores pagando una entrada diaria. Es importante tener en cuenta que, aunque se le llame ‘playa termal’, la piscina exterior del Balneario de Leana es el epicentro de esta experiencia, y conviene consultar horarios y tarifas antes de ir, sobre todo en temporada alta, para evitar sorpresas.
En definitiva, esta escapada al interior de la región de Murcia es mucho más que una alternativa a la playa convencional; es un plan en sí mismo. Es el descubrimiento de un tesoro escondido, la oportunidad de bañarse en agua caliente bajo el cielo azul y la prueba de que los lugares más sorprendentes son a menudo los que se alejan de los caminos trillados. La experiencia en Fortuna es un recuerdo imborrable que redefine lo que uno espera de un destino de interior. Porque esta parte de Murcia demuestra que para encontrar el paraíso, a veces, solo hay que mirar hacia dentro.