WiFi se ha convertido en una necesidad básica, casi tan vital como el aire que respiramos, pero la comodidad que ofrece esconde un lado oscuro que muchos aún no perciben completamente; esta omnipresencia digital, clave para nuestra vida conectada, también abre puertas inesperadas para aquellos con intenciones maliciosas. Estamos constantemente enviando y recibiendo información sensible a través de estas ondas invisibles, a menudo sin pensar dos veces en la seguridad subyacente de la conexión que usamos.
Esa falsa sensación de invulnerabilidad nos lleva a conectar nuestros dispositivos a cualquier red disponible, ya sea en una cafetería, un aeropuerto o incluso la nuestra propia sin revisar configuraciones básicas; esta ligereza en la gestión de algo tan crucial es precisamente lo que los ciberdelincuentes buscan y explotan con sorprendente facilidad, aprovechando fallos que están al alcance de cualquiera con conocimientos mínimos. Los datos personales, bancarios, e incluso conversaciones privadas, viajan por cables y aire, a veces sin la protección adecuada que justifique la confianza que depositamos en la tecnología.
2CONTRASENAS POR DEFECTO: UN CANDADO DE PAPEL

Uno de los fallos de seguridad más extendidos y a la vez más absurdos reside en la configuración inicial de los routers que tenemos en casa o en pequeñas oficinas: las contraseñas por defecto; miles e incluso millones de dispositivos salen de fábrica con credenciales de acceso genéricas o fáciles de adivinar, como «admin/admin» o «1234», o utilizan algoritmos predecibles basados en el nombre del fabricante o la dirección MAC del propio router, lo que permite a cualquiera con un mínimo de conocimiento técnico, y a veces ni eso, acceder a la configuración de nuestro punto de acceso WiFi sin apenas esfuerzo, aprovechando la pereza o desconocimiento del usuario que nunca las cambia tras instalar el aparato.
El problema se agrava porque existen bases de datos públicas en internet que recopilan estas contraseñas por defecto asociadas a modelos específicos de routers o incluso calculadoras que generan posibles claves basadas en la información visible del dispositivo; una vez que un atacante logra acceder al panel de administración de nuestro router WiFi, tiene el control total sobre nuestra red doméstica, pudiendo cambiar la configuración de seguridad, desviar nuestro tráfico de internet a través de sus propios servidores para espiarnos, o incluso dejarnos sin conexión, todo ello sin necesidad de estar físicamente cerca, ya que muchos routers son accesibles de forma remota si no se desactiva esa función, un descuido común que abre otra vía de ataque peligrosa y silenciosa.