WiFi se ha convertido en una necesidad básica, casi tan vital como el aire que respiramos, pero la comodidad que ofrece esconde un lado oscuro que muchos aún no perciben completamente; esta omnipresencia digital, clave para nuestra vida conectada, también abre puertas inesperadas para aquellos con intenciones maliciosas. Estamos constantemente enviando y recibiendo información sensible a través de estas ondas invisibles, a menudo sin pensar dos veces en la seguridad subyacente de la conexión que usamos.
Esa falsa sensación de invulnerabilidad nos lleva a conectar nuestros dispositivos a cualquier red disponible, ya sea en una cafetería, un aeropuerto o incluso la nuestra propia sin revisar configuraciones básicas; esta ligereza en la gestión de algo tan crucial es precisamente lo que los ciberdelincuentes buscan y explotan con sorprendente facilidad, aprovechando fallos que están al alcance de cualquiera con conocimientos mínimos. Los datos personales, bancarios, e incluso conversaciones privadas, viajan por cables y aire, a veces sin la protección adecuada que justifique la confianza que depositamos en la tecnología.
4LOS DATOS QUE INTERESAN A LOS AMIGOS DE LO AJENO

Cuando hablamos de que los hackers aprovechan vulnerabilidades en el WiFi para robar datos, es crucial entender qué tipo de información buscan y por qué es tan valiosa para ellos; el objetivo principal suelen ser las credenciales de acceso a servicios online: nombres de usuario y contraseñas de correos electrónicos, redes sociales, plataformas de streaming, y, especialmente, servicios de banca online y comercio electrónico, ya que estas llaves digitales les abren la puerta a un sinfín de posibilidades maliciosas, desde el robo de identidad y la extorsión hasta el acceso directo a cuentas bancarias para realizar transferencias o compras fraudulentas antes de que la víctima siquiera se dé cuenta de lo ocurrido, demostrando la gravedad del riesgo asociado a una conexión WiFi desprotegida.
Más allá de las credenciales, los ciberdelincuentes también persiguen información personal detallada que pueda ser utilizada para suplantación de identidad o vendida en el mercado negro: nombres completos, direcciones, fechas de nacimiento, números de teléfono, e incluso datos de tarjetas de crédito; esta información, recopilada a través de la intercepción del tráfico de una red WiFi vulnerable o el acceso a routers comprometidos, forma perfiles completos de las víctimas que pueden ser explotados de diversas maneras, desde solicitar créditos a su nombre hasta cometer fraudes fiscales o abrir cuentas falsas para actividades ilícitas, evidenciando que la exposición de datos personales a través de una conexión poco segura tiene ramificaciones que van mucho más allá de la simple molestia de cambiar una contraseña, afectando profundamente la vida financiera y reputacional de la persona afectada por el robo de datos a través del WiFi.