WiFi se ha convertido en una necesidad básica, casi tan vital como el aire que respiramos, pero la comodidad que ofrece esconde un lado oscuro que muchos aún no perciben completamente; esta omnipresencia digital, clave para nuestra vida conectada, también abre puertas inesperadas para aquellos con intenciones maliciosas. Estamos constantemente enviando y recibiendo información sensible a través de estas ondas invisibles, a menudo sin pensar dos veces en la seguridad subyacente de la conexión que usamos.
Esa falsa sensación de invulnerabilidad nos lleva a conectar nuestros dispositivos a cualquier red disponible, ya sea en una cafetería, un aeropuerto o incluso la nuestra propia sin revisar configuraciones básicas; esta ligereza en la gestión de algo tan crucial es precisamente lo que los ciberdelincuentes buscan y explotan con sorprendente facilidad, aprovechando fallos que están al alcance de cualquiera con conocimientos mínimos. Los datos personales, bancarios, e incluso conversaciones privadas, viajan por cables y aire, a veces sin la protección adecuada que justifique la confianza que depositamos en la tecnología.
5CÓMO PROTEGER TU CONEXIÓN DOMÉSTICA Y PÚBLICA

La buena noticia es que, aunque las vulnerabilidades existen y son explotadas, hay medidas concretas que cualquier usuario puede y debe tomar para proteger su red WiFi doméstica y minimizar los riesgos al conectar a redes públicas; el primer paso y más importante en casa es cambiar la contraseña por defecto del router inmediatamente después de instalarlo, optando por una clave robusta que combine letras mayúsculas y minúsculas, números y símbolos, y que sea difícil de adivinar pero fácil de recordar para nosotros, además de actualizar el firmware del router regularmente, ya que los fabricantes liberan parches de seguridad que corrigen fallos conocidos que los atacantes podrían aprovechar si no se actualiza el software, haciendo que la configuración inicial sea clave para una seguridad sólida.
Cuando se trata de usar redes WiFi públicas, la prudencia es la mejor aliada, evitando a toda costa aquellas que no solicitan contraseña o que utilizan cifrado WEP, y siendo extremadamente cautelosos con la información que compartimos; para una capa extra de seguridad, es altamente recomendable utilizar una red privada virtual (VPN) que cifre todo el tráfico entre nuestro dispositivo e internet, incluso si la red WiFi a la que estamos conectados no es segura, lo que impide que terceros intercepten nuestros datos, y, por supuesto, abstenerse de realizar transacciones bancarias, compras online o acceder a información muy sensible mientras estemos conectados a una red pública, guardando esas operaciones para el entorno seguro de nuestra red doméstica protegida o utilizando la conexión de datos móviles que, generalmente, ofrece un nivel de seguridad superior al del WiFi público sin cifrado adecuado.