jueves, 3 julio 2025

El mineral olvidado que es clave para más de 300 funciones de tu cuerpo y cuyo déficit es muy común

Existe un mineral que, a pesar de ser fundamental para que miles de procesos internos funcionen correctamente, pasa demasiado a menudo desapercibido en nuestra dieta diaria. Hablamos de un actor silencioso en el escenario de nuestro cuerpo, cuya presencia en cantidades adecuadas es tan vital como el aire que respiramos, pero cuya deficiencia se ha convertido en un problema sorprendentemente extendido en la sociedad moderna. Es una carencia sutil, a veces difícil de detectar, que puede manifestarse en síntomas variados y confusos, impactando nuestra salud de formas que quizás no relacionamos directamente con lo que comemos.

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Esta carencia generalizada no es una cuestión menor; influye directamente en cómo nos sentimos día a día, afectando desde nuestra energía y estado de ánimo hasta funciones corporales esenciales que damos por sentadas. Las señales de alarma pueden ser tan comunes como unos calambres nocturnos o esa sensación constante de fatiga que no desaparece, síntomas que a menudo atribuimos al estrés o al cansancio sin indagar más a fondo en sus posibles causas nutricionales. Entender la importancia de este mineral y reconocer las señales de que nos falta podría ser el primer paso para recuperar ese bienestar que, sin darnos cuenta, hemos ido perdiendo.

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CALAMBRES Y TICS: LAS SEÑALES NERVIOSAS

Fuente: Freepik

Una de las manifestaciones más evidentes de una deficiencia de este mineral se percibe en el sistema neuromuscular, responsable del control del movimiento y la comunicación entre el cerebro y los músculos. El magnesio es crucial para la transmisión de los impulsos nerviosos y para la relajación muscular, actuando como un modulador natural que equilibra la acción del calcio, responsable de la contracción. Cuando sus niveles son bajos, esta delicada armonía se rompe, provocando una hiperexcitabilidad de nervios y músculos.

Esta alteración en la comunicación neuronal y la función muscular se traduce a menudo en síntomas molestos y dolorosos que nos alertan de que algo no va bien. Los calambres musculares, especialmente los nocturnos que nos despiertan abruptamente, son una señal clásica, al igual que los tics nerviosos incontrolables o una sensación general de debilidad muscular que limita nuestras actividades diarias. Mantener niveles óptimos de este mineral es fundamental para asegurar que nuestros músculos y nervios trabajen de forma coordinada y sin sobresaltos.

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