sábado, 5 julio 2025

De tapas por Sevilla: el triángulo de oro de los bares con solera

Ir de tapas por Sevilla es mucho más que alimentarse; es una liturgia, una forma de entender la vida que se oficia en las barras de sus bares más emblemáticos. Lejos de las rutas turísticas convencionales y de las guías prefabricadas, existe un recorrido sagrado que todo sevillano conoce y que conforma el auténtico corazón gastronómico de la ciudad. No hablamos de establecimientos modernos ni de propuestas de vanguardia, sino de templos del sabor que han resistido el paso del tiempo, un ritual social donde cada bar cuenta una historia y cada tapa es un pedazo de la memoria colectiva. Es un viaje a la esencia misma de la capital hispalense.

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Este particular peregrinaje nos lleva a un triángulo de oro formado por tres nombres propios que son pura historia viva: El Rinconcillo, Bar Alfalfa y Las Columnas. Son las tres vértices de un mapa sentimental y culinario que define la cultura del tapeo en la ciudad. Adentrarse en ellos es mucho más que una simple comida; es una inmersión en una atmósfera cargada de solera, de azulejos que han visto generaciones enteras y de recetas que se han mantenido inalterables. Es, un viaje en el tiempo a través de sabores que definen la identidad de la ciudad, una experiencia que conecta directamente con el alma de Sevilla.

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EL ARTE DE TAPEAR: MÁS QUE COMIDA, UN ESTILO DE VIDA

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Visitar este triángulo de oro del tapeo es comprender que, en Sevilla, la comida es el vehículo para la socialización. El ritual de ir de bar en bar, de pedir una tapa y una caña de pie, de charlar con el de al lado y de dejar la servilleta en el suelo es una parte intrínseca de la cultura local. No se trata solo de llenar el estómago, sino de llenar el alma de conversaciones, risas y vida. De hecho, el tapeo es una conversación en movimiento, una forma de tejer lazos sociales en la barra de un bar, en un entorno bullicioso y cercano.

Este recorrido por El Rinconcillo, Bar Alfalfa y Las Columnas es, en definitiva, una inmersión en la identidad de una ciudad que ha sabido conservar sus tesoros más preciados. Son lugares que actúan como guardianes de la memoria, resistiendo a la gentrificación y a la uniformidad global. Representan el corazón que sigue latiendo con fuerza en el centro de Sevilla, ofreciendo, una experiencia que conecta directamente con el alma de una ciudad que sabe vivir en la calle, y que encuentra en sus bares la máxima expresión de su alegría.

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