sábado, 5 julio 2025

Este hormigueo en manos y pies al despertar podría ser algo más que una mala postura

Esa sensación de hormigueo en las manos y los pies al despertar es una experiencia casi universal, la mayoría de las veces se atribuye a una mala postura durante el sueño, un nervio pinzado temporalmente que recupera su función con un poco de movimiento y paciencia. Lo asumimos como una anécdota matutina sin mayor importancia, un peaje por haber dormido en una posición extraña. Sin embargo, cuando este cosquilleo se convierte en un compañero de cama demasiado frecuente, cuando el entumecimiento persiste o se presenta sin una causa aparente, podría estar enviando una señal de advertencia que va mucho más allá de un simple brazo dormido. Es un lenguaje sutil del cuerpo que merece ser escuchado.

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Ignorar esta recurrencia es un error común que puede enmascarar la verdadera raíz del problema. Lejos de ser una simple molestia, este síntoma puede ser la primera manifestación de una neuropatía periférica, un trastorno que afecta a los nervios fuera del cerebro y la médula espinal. Esta condición no es una enfermedad en sí misma, sino el síntoma de una patología subyacente que podría requerir atención médica. Desde una diabetes que aún no ha sido diagnosticada hasta un déficit vitamínico o problemas circulatorios, ese hormigueo podría ser la punta del iceberg de una situación que conviene atajar cuanto antes para evitar daños mayores y permanentes en nuestro sistema nervioso.

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CUANDO LA SANGRE NO LLEGA: LOS PROBLEMAS CIRCULATORIOS DETRÁS DEL HORMIGUEO

Fuente Pexels

Los nervios son tejidos vivos que necesitan un suministro constante de sangre rica en oxígeno y nutrientes para funcionar correctamente. Por lo tanto, cualquier condición que comprometa el flujo sanguíneo hacia las extremidades puede provocar síntomas neurológicos. La enfermedad arterial periférica (EAP), por ejemplo, es una condición en la que las arterias que suministran sangre a las piernas y los brazos se estrechan por la acumulación de placa de ateroma, lo que reduce el riego sanguíneo. Esta falta de oxígeno, o isquemia, puede dañar directamente el tejido nervioso y causar hormigueo, dolor y calambres, especialmente al caminar.

Este tipo de problemas circulatorios no aparecen de la nada y suelen estar asociados a factores de riesgo bien conocidos como el tabaquismo, la hipertensión arterial, el colesterol alto o la propia diabetes, que también daña los vasos sanguíneos. En este contexto, el hormigueo en las manos y los pies actúa como una señal de socorro de los nervios, que no están recibiendo el sustento vital que necesitan para sobrevivir. Identificar y tratar el problema circulatorio subyacente no solo aliviará los síntomas neurológicos, sino que también es crucial para prevenir eventos mucho más graves, como un infarto de miocardio o un ictus.

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