Esa sensación de hormigueo en las manos y los pies al despertar es una experiencia casi universal, la mayoría de las veces se atribuye a una mala postura durante el sueño, un nervio pinzado temporalmente que recupera su función con un poco de movimiento y paciencia. Lo asumimos como una anécdota matutina sin mayor importancia, un peaje por haber dormido en una posición extraña. Sin embargo, cuando este cosquilleo se convierte en un compañero de cama demasiado frecuente, cuando el entumecimiento persiste o se presenta sin una causa aparente, podría estar enviando una señal de advertencia que va mucho más allá de un simple brazo dormido. Es un lenguaje sutil del cuerpo que merece ser escuchado.
Ignorar esta recurrencia es un error común que puede enmascarar la verdadera raíz del problema. Lejos de ser una simple molestia, este síntoma puede ser la primera manifestación de una neuropatía periférica, un trastorno que afecta a los nervios fuera del cerebro y la médula espinal. Esta condición no es una enfermedad en sí misma, sino el síntoma de una patología subyacente que podría requerir atención médica. Desde una diabetes que aún no ha sido diagnosticada hasta un déficit vitamínico o problemas circulatorios, ese hormigueo podría ser la punta del iceberg de una situación que conviene atajar cuanto antes para evitar daños mayores y permanentes en nuestro sistema nervioso.
5DE LA SENSACIÓN AL DIAGNÓSTICO: CUÁNDO ACUDIR AL MÉDICO Y QUÉ ESPERAR

La regla de oro es sencilla: si el hormigueo en las manos o los pies deja de ser una anécdota esporádica y se convierte en un patrón frecuente, persistente o se acompaña de otros síntomas como debilidad, dolor o pérdida de sensibilidad, es el momento de consultar con el médico de atención primaria. Normalizar la situación y esperar a que desaparezca por sí sola es un error, ya que ignorar estas señales puede llevar a un retraso en el diagnóstico de una patología que podría ser tratable y, en algunos casos, a un daño nervioso irreversible. Es el primer paso indispensable para desenmascarar la causa oculta tras el síntoma.
La visita al médico probablemente comenzará con una entrevista detallada sobre los síntomas y un examen físico. El facultativo explorará la sensibilidad, los reflejos y la fuerza de tus pies y manos. Dependiendo de la sospecha, es muy probable que solicite un análisis de sangre completo para comprobar los niveles de glucosa, la vitamina B12, la función renal y tiroidea, entre otros parámetros. Si la causa no está clara, podría derivar al paciente a un neurólogo, quien puede realizar pruebas más específicas como un electromiograma o un estudio de conducción nerviosa para evaluar la salud de los nervios y la velocidad a la que transmiten las señales eléctricas.