Valencia nunca deja de sorprender, y más allá de su vibrante capital, sus playas mediterráneas y su riqueza cultural, guarda rincones ocultos que parecen sacados de un sueño. Uno de esos lugares se esconde en la comarca de La Canal de Navarrés, donde la naturaleza ha esculpido con paciencia y belleza un balneario natural entre la piedra. Aislado del ruido urbano y rodeado de un entorno montañoso, este pequeño paraíso ofrece piscinas naturales de agua fría y cristalina formadas por la erosión del río Grande, que ha cincelado la roca caliza a lo largo de los siglos.
En este lugar el tiempo parece detenerse. Los senderos que serpentean por el bosque mediterráneo conducen a rincones silenciosos y refrescantes donde el murmullo del agua lo envuelve todo. Valencia demuestra así que su oferta turística va mucho más allá del mar; también es naturaleza en estado puro, rutas de senderismo, pozas escondidas y espacios donde lo salvaje y lo humano conviven en armonía.
1Valencia y su joya escondida
Dormidas entre rocas y vegetación, las pozas de Quesa son uno de los tesoros naturales mejor guardados de Valencia. En total son cuatro: el Charco de la Horteta, el Charco de las Fuentes, La Bañera y el Charco del Chorro de Corbera. Cada uno con su carácter propio, pero todos conectados por el mismo curso de agua. La Horteta es punto de partida de rutas hacia joyas arqueológicas como el Abrigo de Voro, un conjunto de pinturas rupestres del Neolítico declarado Patrimonio de la Humanidad.
La Bañera, íntima y pequeña, es perfecta para quienes buscan un baño tranquilo en plena naturaleza. Por su parte, el Charco del Chorro de Corbera, con su cascada cayendo desde la roca, ofrece una de las postales más impactantes de la zona. Valencia puede presumir de este paraje como si fuera un balneario natural tallado por siglos de agua, piedra y viento. Un rincón donde cada poza cuenta su propia historia en un lenguaje cristalino.
