Valencia nunca deja de sorprender, y más allá de su vibrante capital, sus playas mediterráneas y su riqueza cultural, guarda rincones ocultos que parecen sacados de un sueño. Uno de esos lugares se esconde en la comarca de La Canal de Navarrés, donde la naturaleza ha esculpido con paciencia y belleza un balneario natural entre la piedra. Aislado del ruido urbano y rodeado de un entorno montañoso, este pequeño paraíso ofrece piscinas naturales de agua fría y cristalina formadas por la erosión del río Grande, que ha cincelado la roca caliza a lo largo de los siglos.
En este lugar el tiempo parece detenerse. Los senderos que serpentean por el bosque mediterráneo conducen a rincones silenciosos y refrescantes donde el murmullo del agua lo envuelve todo. Valencia demuestra así que su oferta turística va mucho más allá del mar; también es naturaleza en estado puro, rutas de senderismo, pozas escondidas y espacios donde lo salvaje y lo humano conviven en armonía.
2Conoce el acceso a un edén natural perfectamente cuidado
Aunque los Charcos de Quesa puedan parecer inaccesibles, llegar a ellos es más fácil de lo que muchos imaginan. Para los aventureros, existe una ruta a pie desde el municipio de Quesa que sigue el cauce del río. Para quienes prefieren una opción más cómoda, también es posible llegar en coche hasta el Área Recreativa de los Charcos, que cuenta con aparcamiento habilitado. Valencia, en este caso, ha sabido equilibrar la protección del entorno con la posibilidad de disfrutarlo.
Como parte de la Red Natura 2000, este enclave cobra una pequeña tasa para el mantenimiento y conservación del lugar, pero es únicamente de un euro por visitante y dos por vehículo en temporada alta. De esta forma, Valencia protege un ecosistema en el que viven especies como la cabra montés o el águila real. Es naturaleza cuidada con responsabilidad, donde el turismo sostenible no es una opción, sino una prioridad.
