lunes, 7 julio 2025

Los Sanfermines y la política: del golpe de Estado de 1936 al ‘caso Koldo’

Las fiestas de San Fermín, símbolo de alegría, tradición, desenfreno y algo de política. En la antigua capital del reino de Navarra, Pamplona, se han vivido durante sus fiestas algunos de los episodios más oscuros de la historia contemporánea del Estado español, desde el golpe de Estado de 1936 hasta los sórdidos Sanfermines del 78.

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EL SILENCIO ANTES DEL RUGIDO

En julio de 1936, en plenas fiestas, la conspiración golpista del fascismo ya estaba en marcha, tal y como narra de forma minuciosa el escritor falangista Rafael García Serrano en ‘Plaza del Castillo’.

El general Emilio Mola, conocido como ‘el Director’, coordinaba desde Pamplona una sublevación que había sido financiada y articulada por figuras clave del carlismo navarro como Tomás Domínguez Arévalo, el conde de Rodezno, y apoyada por Falange, la Iglesia, y la prensa reaccionaria representada por Raimundo García ‘Garcilaso’ y Diario de Navarra.

Pasaron los Sanfermines, llegó el golpe y Pamplona no se alzó hasta el amanecer del 19 de julio. Ese día, los requetés carlistas se congregaron en la Plaza del Castillo. Uno de los primeros mártires del golpe fue el comandante de la Guardia Civil, José Rodríguez Medel, que se negó a sumarse a la insurrección. Su fidelidad a la República le costó la vida: fue asesinado a tiros por sus propios subordinados.

La violencia se desató rápidamente: detenciones, fusilamientos, listas negras… La Navarra golpista aplicó con crudeza las instrucciones de Mola: crear una atmósfera de terror y eliminar sin vacilaciones a todo el que no pensase como ellos.

Más de 3.500 personas fueron fusiladas en una Navarra sin frente de guerra. A las mujeres republicanas se las humilló y rapó, mientras los niños quedaron huérfanos y silenciados durante décadas.

Sanfermines y la represión quedaron indisolublemente unidos en el origen mismo del franquismo en Navarra.

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EL ESTALLIDO DEL 78

Cuatro décadas después, los Sanfermines volvieron a teñirse de sangre. Era 1978, año clave de la Transición. Navarra era un hervidero político: se discutía su relación con Euskadi, ETA mantenía su actividad, y los sectores franquistas se resistían a perder poder.

El segundo día de fiestas, el 8 de julio, jóvenes desplegaron pancartas en la plaza de toros exigiendo amnistía. La Policía Armada respondió con violencia desmedida: balas reales, cargas, caos.

Sanfermines78 Moncloa
Carga policial en los Sanfermines de 1978.

Germán Rodríguez, joven pamplonés, recibió un disparo en la frente y murió en la calle Roncesvalles. Nadie ha sido juzgado, y nunca se conoció el arma ni el autor del disparo. La indignación se extendió: hubo asaltos al Gobierno Civil, protestas en Donostia donde murió Joseba Barandiarán, y finalmente el alcalde suspendió las fiestas el 11 de julio.

Los Sanfermines del 78 son todavía una herida abierta. La impunidad policial y el silencio institucional marcaron un antes y un después en la memoria colectiva navarra.

BLANCO

La última gran suspensión de las fiestas, antes del parón por la pandemia, ocurrió en 1997. El secuestro y asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco a manos de ETA conmocionó al Estado español. El alcalde Javier Chourraut suspendió la jornada del 12 de julio.

Una década después, con menos tensión en la calles, la política volvió a sacudir a la comunidad. En 2007, tras las elecciones forales, parecía posible un gobierno de izquierdas con PSN, Nafarroa Bai e Izquierda Unida. Sin embargo, el PSOE frenó la alianza.

Pepiño Blanco urdió el llamado ‘agostazo’: mejor pactar con UPN y mantener la estabilidad que arriesgarse a que le dijesen antes de las elecciones generales de 2008 que ‘Navarra era vendida a ETA’, como gritaban desde la derecha.

Aquella traición política es recordada aún hoy en los sectores progresistas navarros.

CHASCARRILLOS

En San Fermín 2025 la política sigue rondando las calles. En las peñas y cuadrillas, no faltan los chascarrillos sobre Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García, que ejercen como símbolos de la presunta corrupción que vuelve a salpicar al PSOE, que casi monopoliza los casos de corrupción en Navarra en el último medio siglo.

Llueve o truene, la Navarra diversa se irá de celebración tras el txupinazo encendido por el valiente colectivo Yala Nafarroa. Aunque entre toros, música y fiesta todavía resuenen los ecos de heridas políticas que todavía tardarán en cicatrizar.

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