martes, 8 julio 2025

El error en la ITV que convierte un fallo ‘leve’ en ‘grave’ y te obliga a volver con la grúa

La ITV es, para muchos conductores en España, un trámite que genera una mezcla de ansiedad y alivio. Superarla es un requisito indispensable para circular legalmente, y recibir el veredicto de “favorable con defectos leves” suele interpretarse como una victoria. Al fin y al cabo, el coche puede seguir en la carretera. Sin embargo, esta percepción esconde una trampa peligrosa en la que miles de propietarios caen cada año. Lo que parece una simple anotación sin importancia en el informe, una tarea menor que se puede posponer, puede transformarse en un problema mayúsculo. La sensación de haber superado el examen, aunque sea con una pequeña nota al margen que nos permite seguir circulando, nos inunda y a menudo nos lleva a bajar la guardia.

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Esa confianza, sin embargo, puede ser un espejismo. Es el preludio de un error de cálculo que tiene consecuencias serias, tanto para nuestra seguridad como para nuestro bolsillo. La normativa es mucho más estricta de lo que la mayoría cree, y la condescendencia con la que tratamos esos pequeños fallos es precisamente lo que el sistema penaliza con más dureza. Ignorar una advertencia oficial no sale gratis. Pero esta confianza puede ser un espejismo, una trampa burocrática y mecánica en la que caen miles de conductores cada año, transformando un simple trámite en una pesadilla económica y logística, obligando a una segunda visita a la estación de ITV en condiciones mucho peores que la primera.

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CUANDO LO ‘LEVE’ SE CONVIERTE EN UNA BOMBA DE RELOJERÍA

Fuente Propia

Un defecto leve, según el manual de procedimiento, es aquel que no supone un riesgo directo e inminente para la seguridad vial, pero que debe ser reparado cuanto antes. Hablamos de una luz de la matrícula fundida, un pequeño desequilibrio en la eficacia de los frenos dentro de los márgenes tolerados, o el desgaste incipiente pero aún legal de un neumático. El problema radica en la psicología del conductor medio, que tiende a dar largas a estas pequeñas reparaciones. Se ve como una tarea secundaria, algo que “ya se hará”. Es fundamental entender que un defecto leve no es una recomendación, sino una orden de reparación con un plazo de cortesía implícito, una advertencia que el sistema nos da para que solucionemos un problema incipiente antes de que se agrave.

La dejadez convierte esa pequeña anotación en el informe de la ITV en una bomba de relojería. Ese fallo no desaparece por sí solo; al contrario, tiende a empeorar. Una bombilla que no funciona puede ser el síntoma de un problema eléctrico más profundo. Un ligero desequilibrio en los frenos, si no se corrige, puede provocar un desgaste irregular y prematuro de pastillas y discos, afectando gravemente a la capacidad de detención del vehículo en una emergencia. Por tanto, esa pequeña bombilla fundida o ese ligero desequilibrio en los frenos no se quedan estáticos, sino que pueden ser el síntoma de un problema mayor o provocar un desgaste acelerado en otros componentes, haciendo que la próxima visita a la inspección sea mucho más complicada y costosa.

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