La ITV es, para muchos conductores en España, un trámite que genera una mezcla de ansiedad y alivio. Superarla es un requisito indispensable para circular legalmente, y recibir el veredicto de “favorable con defectos leves” suele interpretarse como una victoria. Al fin y al cabo, el coche puede seguir en la carretera. Sin embargo, esta percepción esconde una trampa peligrosa en la que miles de propietarios caen cada año. Lo que parece una simple anotación sin importancia en el informe, una tarea menor que se puede posponer, puede transformarse en un problema mayúsculo. La sensación de haber superado el examen, aunque sea con una pequeña nota al margen que nos permite seguir circulando, nos inunda y a menudo nos lleva a bajar la guardia.
Esa confianza, sin embargo, puede ser un espejismo. Es el preludio de un error de cálculo que tiene consecuencias serias, tanto para nuestra seguridad como para nuestro bolsillo. La normativa es mucho más estricta de lo que la mayoría cree, y la condescendencia con la que tratamos esos pequeños fallos es precisamente lo que el sistema penaliza con más dureza. Ignorar una advertencia oficial no sale gratis. Pero esta confianza puede ser un espejismo, una trampa burocrática y mecánica en la que caen miles de conductores cada año, transformando un simple trámite en una pesadilla económica y logística, obligando a una segunda visita a la estación de ITV en condiciones mucho peores que la primera.
4LOS CINCO PECADOS CAPITALES: FALLOS LEVES QUE NUNCA DEBES IGNORAR

Existen ciertos defectos leves que son recurrentes en las inspecciones y que los conductores suelen subestimar con mayor frecuencia, convirtiéndose en candidatos perfectos para una recalificación a grave. El primero, y más común, es el alumbrado. Una luz de posición, de matrícula o un intermitente que no funciona parece trivial, pero su reincidencia es interpretada como una negligencia clara. Otro punto crítico son los neumáticos. Presentarse con un desgaste cercano al límite legal es un defecto leve, pero volver en la siguiente inspección con el mismo neumático, ya por debajo del mínimo legal de 1,6 mm, es una falta grave garantizada que implica un riesgo evidente de accidente por falta de adherencia.
El estado de las escobillas de los limpiaparabrisas es otro de los grandes olvidados. Si en la primera inspección barren mal, es leve; si en la segunda siguen igual, se considera que el conductor no garantiza una correcta visibilidad en condiciones de lluvia, pasando a ser grave. Las pequeñas fugas de líquidos, como aceite o refrigerante que no gotean, también empiezan como leves. Sin embargo, no repararlas puede llevar a problemas mayores en el motor y, por supuesto, a una calificación desfavorable en la siguiente visita a la estación de ITV por desatender el mantenimiento básico, demostrando una falta de cuidado sobre la mecánica del vehículo. Finalmente, un claxon que no funciona o suena débil es otro clásico que, por reincidencia, te dejará sin poder mover el coche.