martes, 8 julio 2025

Por qué hay ciertas personas que con su simple presencia te agotan todas tus energías

Las energías que compartimos con los demás pueden influir profundamente en nuestro bienestar físico, mental y emocional. A veces, basta con pasar unos minutos con ciertas personas para sentirnos extrañamente drenados, como si toda nuestra vitalidad hubiese sido absorbida. Este fenómeno, aunque difícil de explicar a primera vista, tiene una raíz emocional y psicológica más compleja de lo que parece. Entenderlo es el primer paso para aprender a protegernos.

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Las energías que se ven afectadas en estos encuentros no tienen nada que ver con lo esotérico; se trata de dinámicas humanas, de relaciones en las que uno da más de lo que recibe, y eso genera un desgaste que va acumulándose. La psicóloga Laura García Agustín explica que ciertas personas proyectan su malestar, ansiedad o vacío en quienes los rodean. Sin quererlo nos convierten en su soporte emocional, su regulador externo, haciendo que nuestras propias emociones pasen a un segundo plano.

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Las energías que se consumen en relaciones asimétricas

Fuente: Pexels

Las energías se ven comprometidas cuando nos relacionamos con personas que no saben autorregularse emocionalmente. Son individuos que viven en crisis perpetua, que no escuchan, que se quejan constantemente o que exigen atención de forma implícita. Esto genera en nosotros una alerta continua, un esfuerzo emocional invisible para adaptarnos o contenerlos, que nos deja agotados. Estas relaciones son, en esencia, desequilibradas, ya que uno orbita alrededor del otro sin recibir el mismo nivel de cuidado o empatía.

Con el tiempo, estas relaciones afectan la autoestima y la salud mental. Las señales de alerta pueden ser sentirse culpable por poner límites, dudar de uno mismo, reprimir la verdadera forma de ser, o experimentar una fatiga emocional que se manifiesta incluso físicamente. Las energías se drenan lentamente, sin darnos cuenta, hasta que un día notamos que ya no tenemos fuerzas ni para cuidar de nosotros mismos. Reconocer estas señales es vital para poner freno a una dinámica destructiva.

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