miércoles, 9 julio 2025

Por qué tapar la cámara de tu portátil no es una paranoia: el software que usan los hackers para activarla sin que se encienda la luz

La creciente sofisticación de los hackers ha convertido un gesto que antes parecía excéntrico en una práctica de sentido común. Tapar la cámara del portátil con un trozo de cinta aislante, una pegatina o un obturador de plástico ya no es cosa de teóricos de la conspiración. Muy al contrario, una imagen que ha pasado de ser un meme a una recomendación de seguridad de primer nivel, y que esconde una verdad incómoda sobre la vulnerabilidad de nuestros dispositivos. La amenaza no es una fantasía, sino una realidad técnica con un nombre concreto que causa escalofríos entre los expertos en ciberseguridad: el troyano de acceso remoto.

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Esta realidad nos enfrenta a un paradigma inquietante donde la confianza en la tecnología se resquebraja. Damos por sentado que la pequeña luz junto a la lente es un chivato infalible, un centinela que nos avisa de cualquier actividad. Sin embargo, esa misma confianza es la puerta de entrada para el espionaje digital más silencioso e invasivo que existe. La posibilidad de que alguien pueda observar a través de nuestra propia cámara, convirtiendo una herramienta de trabajo o entretenimiento en el espía perfecto, silencioso e implacable, es lo que ha llevado a que la solución más rudimentaria sea, paradójicamente, la más efectiva para proteger nuestra intimidad más sagrada.

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MÁS ALLÁ DE LA CINTA AISLANTE: MEDIDAS DE HIGIENE DIGITAL

Fuente Pexels

Aunque tapar la cámara es una medida física infalible, no protege contra el resto de las amenazas que un RAT supone, como el robo de archivos o contraseñas. Por ello, es fundamental complementar esta acción con una sólida higiene digital. La primera línea de defensa es contar siempre con un buen software antivirus y antimalware, así como un cortafuegos (‘firewall’) activado y correctamente configurado. Sin embargo, la herramienta más poderosa es la actualización constante, ya que los hackers a menudo explotan fallos de seguridad ya conocidos. Por lo tanto, mantener el sistema operativo y todas las aplicaciones actualizadas es la primera barrera de contención, ya que muchos parches de seguridad cierran precisamente las vulnerabilidades que estos programas aprovechan.

El factor humano sigue siendo el eslabón más débil en la cadena de la ciberseguridad. La mayoría de las infecciones por RAT no se producen por ataques de fuerza bruta, sino por técnicas de ingeniería social que manipulan al usuario para que él mismo instale el malware. Correos de ‘phishing’ que imitan a empresas conocidas, promesas de software gratuito o archivos adjuntos con nombres atractivos son las tácticas más habituales de los hackers. Por esta razón, desconfiar por sistema de correos electrónicos y mensajes inesperados que incluyan enlaces o archivos adjuntos, es un hábito que puede evitar la inmensa mayoría de las infecciones y nos ahorrará más de un disgusto.

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