Pocos lugares en Girona desafían la imaginación como lo hace el volcán de Santa Margarida, una joya geológica que invita a una aventura insólita: caminar por las entrañas de un gigante dormido. Lejos de la imagen apocalíptica de fuego y ceniza, su cráter alberga un secreto de una belleza serena y sobrecogedora. Imagina ascender por una ladera boscosa, sentir el aire fresco de la montaña y, de repente, asomarte a un círculo perfecto de casi dos kilómetros de diámetro, tapizado por una pradera de un verde intenso. En su mismo centro, una ermita solitaria parece custodiar el silencio del lugar, un lugar donde la fuerza latente de la tierra convive con una paz casi mística. Es un paisaje que parece sacado de un cuento, una anomalía natural que rompe todos los esquemas.
Esta experiencia, que combina senderismo, naturaleza e historia, se convierte en el plan perfecto para una escapada especial este verano, un respiro de la rutina y del calor asfixiante de la costa. La ruta hacia el corazón de este volcán no es solo un ejercicio físico, sino un viaje sensorial a través de uno de los parajes más singulares de toda la península. Es una oportunidad para entender de primera mano la imponente energía de nuestro planeta, pero desde su vertiente más amable y acogedora. La comarca de La Garrotxa, en el corazón de la provincia de Girona, esconde este tesoro, una invitación a desconectar del mundanal ruido y reconectar con una naturaleza que aquí se muestra en su faceta más sorprendente. La promesa de un día inolvidable está servida.
LA FAGEDA D’EN JORDÀ: EL BOSQUE MÁGICO QUE TE RECIBE ANTES DEL VOLCÁN
Antes de enfrentarse a la ascensión del volcán, el camino nos regala una antesala de pura fantasía: la Fageda d’en Jordà. No es un hayedo cualquiera, pues tiene la particularidad de crecer en un terreno llano y a una altitud inusualmente baja, sobre la colada de lava enfriada del volcán del Croscat. Al adentrarse en él, uno se siente transportado a otro mundo, un reino de silencio donde los rayos de sol se filtran a duras penas entre el denso follaje. El poeta Joan Maragall ya quedó prendado de su atmósfera, y no es para menos, ya que pasear sobre el manto de hojas, rodeado de troncos que se alzan como columnas de una catedral natural, es una experiencia que prepara el alma para la maravilla que está por venir. La provincia de Girona presume de este espacio, un bosque de hayas asentado sobre la colada de lava del volcán Croscat, que es único en toda España.
El sendero que serpentea por la Fageda es amable y accesible para casi todos los públicos, invitando a un paseo tranquilo y contemplativo. El crujir de las hojas secas bajo los pies es la única banda sonora en este santuario de quietud, creando un contraste fascinante con la idea del fuego y la furia que uno asocia a un entorno volcánico. Este tramo inicial es fundamental en la narrativa de la excursión, ya que funciona como una transición gradual, un prólogo que calma la mente y agudiza la percepción. Es el umbral que separa el mundo cotidiano de la excepcionalidad geológica que ofrece esta comarca de Girona, y cada paso en su interior, prepara los sentidos para el cambio de paisaje que está a punto de llegar, una subida que revelará un secreto guardado durante milenios.
EL CRÁTER QUE NO ESCUPE LAVA, SINO VIDA: LA ERMITA DE SANTA MARGARIDA
Tras abandonar la penumbra del hayedo, la ruta comienza a ascender suavemente por las faldas del volcán de Santa Margarida. El camino, flanqueado por robles, encinas y boj, no presenta una dificultad extrema, pero sí exige un ritmo constante que poco a poco nos eleva sobre el valle. La expectación crece a cada metro ganado hasta que, casi sin previo aviso, se alcanza el borde del cráter. En ese instante, el esfuerzo se ve recompensado con una visión que corta la respiración; porque allí abajo, lo que se abre ante los ojos no es un abismo de roca y ceniza, sino una pradera circular perfecta, un prado de un verde intenso que ocupa toda la boca del volcán. La singularidad de este paisaje volcánico de Girona es precisamente esa dualidad entre la potencia geológica y la delicadeza del ecosistema que ha florecido en su interior.
Descender al corazón del cráter es una experiencia casi espiritual. La acústica cambia, los sonidos del exterior se amortiguan y una sensación de aislamiento y paz lo inunda todo. Y allí, como un anacronismo sagrado, se levanta la pequeña ermita de Santa Margarida, el verdadero icono del lugar. Este pequeño templo de origen románico, documentado desde el año 1403, añade un componente histórico y cultural a la proeza natural. Sentarse en la hierba, a la sombra de sus muros, es el premio final, un momento para asimilar la belleza del entorno y reflexionar sobre la capacidad de la vida para abrirse paso en los lugares más insospechados. En el centro de este gigante dormido, una pequeña ermita de origen románico que ocupa el centro exacto del cráter, se convierte en el refugio perfecto para un merecido descanso.
PREPARA LAS BOTAS: TODO LO QUE NECESITAS SABER SOBRE LA RUTA
Planificar la excursión al volcán de Santa Margarida es sencillo, pero conviene tener en cuenta algunos detalles para disfrutarla al máximo. El itinerario más popular es el que parte del aparcamiento de Can Serra, situado junto a la Fageda d’en Jordà, y que enlaza la visita al hayedo con la subida al volcán. Se trata de un recorrido circular muy bien señalizado, que no entraña pérdida alguna y es ideal para realizar en familia o con amigos de diferente condición física. La distancia total y el tiempo estimado la convierten en una actividad perfecta para una mañana o una tarde, dejando tiempo para explorar otros encantos de la zona. La oferta de senderismo en Girona es amplia, pero esta ruta destaca por su originalidad, siendo una ruta circular de unos once kilómetros que se completa sin prisa en unas tres o cuatro horas.
Aunque la dificultad es baja, no hay que subestimar el terreno de montaña. Es imprescindible llevar agua en abundancia, especialmente en los meses de verano, así como algo de comida o un tentempié para reponer fuerzas en la idílica pradera del cráter. La protección solar, como gorra y crema, también es fundamental, ya que aunque hay tramos de sombra, la zona del cráter está completamente expuesta al sol. Pero si hay una recomendación clave, es la del calzado, puesto que tanto en el hayedo como en la subida y bajada del volcán, el terreno puede ser irregular y resbaladizo. Sin duda alguna, un calzado cómodo es innegociable para disfrutar de la experiencia sin contratiempos, asegurando que el único recuerdo sea el del paisaje y no el de una ampolla inoportuna en este rincón de Girona.
MÁS ALLÁ DEL CRÁTER: DESCUBRE LOS TESOROS OCULTOS DE LA GARROTXA
La visita al volcán de Santa Margarida es la excusa perfecta para descubrir el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, un territorio de una riqueza paisajística abrumadora. La excursión puede completarse con la visita a su volcán vecino, el Croscat, famoso por tener un corte en su ladera que permite observar su estructura interna como si fuera la página de un libro de geología. Este «tajo», producto de una antigua explotación minera, revela las capas de gredas y lapilli de colores rojizos y negruzcos, ofreciendo una lección magistral sobre vulcanismo. La provincia de Girona protege este espacio, donde la Garrotxa alberga una cuarentena de conos volcánicos y más de veinte coladas de lava, configurando el paisaje volcánico más importante de la península ibérica.
Pero La Garrotxa es mucho más que sus volcanes. El legado de la actividad sísmica y la riqueza del suelo han moldeado también un paisaje humano de gran belleza. A pocos kilómetros de la ruta se encuentran pueblos que parecen sacados de una postal medieval, con sus calles empedradas, sus murallas y sus puentes románicos. Perderse por el casco antiguo de Santa Pau, con su castillo y su plaza porticada, o visitar la monumental Besalú, con su impresionante puente fortificado sobre el río Fluvià, es el complemento cultural ideal para una jornada de naturaleza. Estos enclaves son el testimonio de cómo el ser humano ha sabido convivir y aprovechar este entorno tan especial, encontrando en ellos pueblos medievales que parecen detenidos en el tiempo, como la cercana Santa Pau, que merecen una visita reposada.
SABOREA LA TIERRA VOLCÁNICA: GASTRONOMÍA Y CIERRE DE UNA ESCAPADA INOLVIDABLE
Una escapada a esta comarca de Girona no estaría completa sin deleitar el paladar con su singular gastronomía, conocida como «cocina volcánica». Los restaurantes de la zona han sabido crear una identidad culinaria propia, basada en los productos que crecen en esta tierra fértil y rica en minerales. Ingredientes como los famosos fesols de Santa Pau, una alubia pequeña y sabrosa, el alforfón o trigo sarraceno, las patatas de Olot, las carnes de caza y de corral, y las setas de sus bosques, son la base de platos contundentes y llenos de sabor. Probar estas recetas es, literalmente, saborear el paisaje, ya que en cada bocado se puede sentir la esencia de un territorio único. Es una cocina honesta y potente, una gastronomía de proximidad que aprovecha la fertilidad de estas tierras para ofrecer sabores únicos.
La combinación de una caminata por paisajes sobrecogedores, la visita a pueblos con un encanto medieval y una comida memorable en un restaurante local, convierte esta excursión en una experiencia redonda. Es el plan perfecto para romper con la monotonía, para crear recuerdos duraderos y para redescubrir la capacidad de asombro que a veces perdemos en el día a día. Regresar a casa tras una jornada en La Garrotxa es hacerlo con la retina llena de imágenes imborrables y el espíritu renovado por el contacto con una naturaleza poderosa y bella a la vez. Sin duda, esta aventura por el interior de un volcán de Girona es mucho más que un simple paseo por la montaña; es una experiencia que alimenta tanto el cuerpo como el espíritu, dejando un recuerdo imborrable.