Europa ha sido escenario de múltiples transformaciones políticas, guerras, revoluciones y nuevas naciones. A lo largo de los siglos, las banderas han cambiado como reflejo de esas transformaciones, adaptándose a nuevas ideologías o sistemas de gobierno. Sin embargo, entre tanta inestabilidad simbólica, hay un país del norte de Europa que se desmarca por su fidelidad a una enseña que no ha variado prácticamente desde el siglo XIII.
Ni la tricolor francesa, ni la señera catalana, ni los antiguos pendones de Castilla pueden presumir de lo que ha conseguido Dinamarca: mantener viva la bandera nacional más antigua de Europa. Se trata del Dannebrog, un emblema que, según documentos históricos y leyendas medievales, empezó a utilizarse en el año 1219. Desde entonces, ha permanecido casi inalterado, convirtiéndose también en la bandera nacional más longeva del mundo aún en uso.
2Europa cambia pero Dinamarca se mantiene

Mientras Europa experimentaba revoluciones, monarquías absolutas, dictaduras y democracias, sus símbolos nacionales fueron adaptándose al nuevo orden. La actual bandera española, por ejemplo, fue adoptada por Carlos III en 1785, mientras que la famosa tricolor francesa vio la luz durante la Revolución de 1794. En ambos casos, hablamos de emblemas con siglos de historia, pero mucho más recientes si los comparamos con los más de 800 años del Dannebrog.
Europa ha cambiado de mapa, de ideologías y de estructuras políticas, pero Dinamarca ha mantenido su identidad visual intacta. Esa fidelidad al símbolo original no es casual. El Dannebrog representa unidad, continuidad y orgullo nacional. En una época en la que todo cambia a ritmo acelerado, Dinamarca ha optado por preservar un emblema esencial que conecta su pasado medieval con el presente.