miércoles, 9 julio 2025

El ‘síndrome del oficinista’: el dolor de cadera que no es de cadera y cómo aliviarlo en 2 minutos

El dolor de cadera es una queja recurrente que, paradójicamente, a menudo no tiene su origen en la articulación de la cadera misma, sino en la rigidez o el acortamiento de músculos cercanos, provocado en gran medida por nuestro estilo de vida cada vez más sedentario. Esa molestia persistente al levantarte de la silla o ese pinchazo incómodo después de horas sentado frente al ordenador podrían estar avisándote de algo diferente a lo que piensas, un ‘síndrome’ moderno con un culpable muscular específico. Nos hemos acostumbrado a pasar demasiadas horas con las rodillas flexionadas, y este hábito postural tiene consecuencias directas en estructuras que conectan nuestra columna vertebral con las piernas, generando tensiones que se manifiestan como dolores en zonas que no son el foco del problema real.

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Existe un músculo profundo que juega un papel crucial en esta historia de molestias equívocas, una pieza fundamental de nuestro engranaje biomecánico que, cuando se tensa, puede mimetizar desde un dolor lumbar hasta síntomas de ciática, creando lo que algunos expertos ya denominan el «síndrome del oficinista». Ignorar esta señal o tratarla erróneamente como un problema articular de cadera sin abordar la causa subyacente puede perpetuar el malestar, convirtiéndolo en una molestia crónica que impacta significativamente en la calidad de vida de miles de personas. Por suerte, comprender la raíz de este peculiar dolor de cadera abre la puerta a soluciones sorprendentemente sencillas y rápidas que pueden marcar una diferencia notable en apenas un par de minutos.

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LA TRAMPA DE LA SILLA: EL ‘SÍNDROME DEL OFICINISTA’

Fuente: Freepik

Pasamos una parte alarmante de nuestra vida diaria sentados: desayunamos sentados, vamos al trabajo sentados (en coche, tren o autobús), trabajamos sentados durante ocho horas o más, comemos sentados, volvemos a casa sentados y, a menudo, terminamos el día relajándonos en el sofá, también sentados. Esta incesante postura de flexión de cadera mantiene el psoas en una posición acortada durante periodos prolongados, una situación para la que no está diseñado a largo plazo; nuestro cuerpo evolucionó para el movimiento constante, no para la inmovilidad en ángulo recto. El músculo, al acostumbrarse a esta longitud reducida, pierde elasticidad y se vuelve crónicamente tenso y acortado, creando una disfunción que afecta a toda la cadena muscular y articular conectada a él.

Esta adaptación forzada del psoas al estar sentado constantemente genera lo que se ha popularizado como el «síndrome del oficinista», aunque no afecta exclusivamente a quienes trabajan en oficinas, sino a cualquiera con un estilo de vida predominantemente sedentario. La tensión muscular resultante limita la extensión completa de la cadera al ponernos de pie o caminar, obligando a otras estructuras a compensar ese déficit de movimiento. Es precisamente esta compensación y la propia rigidez del psoas lo que puede desencadenar una serie de molestias que el cerebro a menudo interpreta como dolor de cadera, aunque el origen real esté varios centímetros más arriba o más profundo.

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