Entrenar con constancia es solo una parte del camino hacia un cuerpo más fuerte, más ágil y saludable. Lo que comes antes y después de tus sesiones tiene un impacto directo en los resultados que obtienes. Muchas personas se esfuerzan en el gimnasio o corren kilómetros a diario sin ver grandes cambios, y la razón puede estar en la nutrición. Lo cierto es que el combustible que le damos al cuerpo es tan importante como el propio ejercicio.
Entrenar sin prestar atención a la alimentación es como querer hacer un viaje largo con el tanque de gasolina vacío. Los músculos necesitan energía para rendir y nutrientes para recuperarse. De hecho, la diferencia entre estancarse o progresar puede estar en lo que comes una hora antes o justo después del entrenamiento. Aquí repasamos las claves para acertar con tus comidas si de verdad quieres ver cambios reales.
2Una buena recuperación siempre será necesaria

Entrenar duro sin cuidar el después es como construir una casa y dejar el techo sin poner. Una vez que terminas tu rutina, tus músculos están en un estado de desgaste que necesita reparación. Ahí es donde entra la importancia de la comida post-entreno. Lo ideal es que dentro de los 30 a 60 minutos posteriores al ejercicio ingieras una combinación de proteínas, que sirven para reparar, y carbohidratos, que sirven para reponer energía.
Algunos ejemplos efectivos para después de entrenar incluyen un batido de proteína con fruta, pollo a la plancha con arroz o un bol de yogur griego con granola y frutos rojos. Entrenar sin recuperar adecuadamente puede llevarte a lesiones, fatiga crónica y, sobre todo, a una falta de resultados visibles. Recuerda que la recuperación es una parte activa del entrenamiento.