Castilla y León, con su vasta riqueza paisajística y patrimonial, guarda rincones que parecen sacados de un cuadro. Uno de ellos se encuentra en la parte suroccidental de la provincia de Ávila, donde, entre pinares, alcornoques y castaños del Valle del Tiétar, florece un pequeño pueblo lleno de encanto llamado Piedralaves. Esta villa, descrita por Camilo José Cela como “linda y minúscula como una flor”, ha cautivado a escritores, cineastas y viajeros gracias a su singular belleza y su ambiente sereno.
No es casualidad que otros grandes como Pío Baroja y Juan Ramón Jiménez también se hayan rendido ante el embrujo de este rincón de Castilla y León. Su arquitectura tradicional, su entorno natural intacto y su aire de autenticidad han servido incluso como escenario para películas tan emblemáticas como ‘El Lazarillo de Tormes’ o ‘El ruiseñor de las cumbres’. Hoy, Piedralaves se reivindica como una escapada perfecta, especialmente en verano, cuando sus pozas naturales ofrecen el alivio más puro frente al calor.
2Un pueblo detenido en el tiempo

Castilla y León conserva en Piedralaves un pueblo que ha sabido mantener su alma intacta. Sus calles empedradas, sus 20 fuentes repartidas por todo el núcleo urbano y sus casas balconadas transmiten historia y autenticidad. La piedra de granito y la madera de roble, pino o castaño definen su arquitectura, mientras que espacios como la plaza de la Constitución y la Torre del Reloj sirven como símbolos del pulso local.
El paseo puede continuar hacia lugares como la iglesia de San Antonio, con su bóveda de cañón y su bello retablo barroco, o la romántica Cruz de los Enamorados, donde antiguamente se encontraban las parejas tras la misa. No faltan tampoco las ermitas: la de San Roque, patrono del pueblo, y la de la Concepción, ambas testigos de siglos de devoción. En cada rincón de este enclave de Castilla y León se respira el paso del tiempo y el respeto por la tradición.