La fabada asturiana es el plato de cuchara por antonomasia de nuestra gastronomía, un guiso legendario cuyo principal ingrediente es el tiempo. Tradicionalmente, su preparación requiere una cocción lenta y amorosa de hasta ocho horas, un lujo que el ritmo de vida moderno raramente permite. Sin embargo, la renuncia a este manjar por falta de tiempo ya es historia. Existe un método, avalado por profesionales, que condensa toda esa paciencia en apenas noventa minutos, logrando un resultado que engaña al paladar más tradicional y nos devuelve uno de los grandes placeres de nuestra cocina.
El secreto no reside en ningún ingrediente exótico ni en una técnica inalcanzable, sino en la combinación inteligente de una herramienta presente en casi todas las cocinas y un pequeño gesto culinario que lo cambia todo. Se trata de una proeza que respeta la esencia del plato, sus ingredientes sagrados y, sobre todo, su alma. Esta fórmula permite disfrutar de una fabada asturiana con todo su sabor profundo y su caldo trabado entre semana, un pequeño milagro que acerca la alta cocina tradicional al día a día, demostrando que la buena mesa no siempre está reñida con las prisas.
4LA FABA ES LA REINA: ELEGIR Y TRATAR LA LEGUMBRE PERFECTA

Aunque la olla rápida es poderosa, no hace milagros con una materia prima deficiente. La elección de la faba es crucial. Lo ideal es utilizar Faba Asturiana con Indicación Geográfica Protegida, pero si no es posible, se debe optar por una faba de granja de buena calidad, de cosecha reciente. Una faba vieja o de mala calidad se romperá, se despellejará y no conseguirá esa textura mantecosa tan deseada. El remojo previo de al menos doce horas sigue siendo un paso innegociable, esencial para hidratar la legumbre de manera uniforme y asegurar una cocción homogénea.
El famoso «asustado» de las fabas, que consiste en añadir agua fría para romper el hervor, tiene su equivalente en la olla rápida. Una vez transcurrido el tiempo de cocción principal, es vital liberar la presión de forma natural y lenta, sin forzar la válvula. Este enfriamiento progresivo evita el contraste térmico brusco que podría romper las fabas, cumpliendo la misma función que el asustado tradicional. Es un detalle técnico que garantiza una faba entera pero increíblemente tierna, la textura perfecta para una fabada asturiana de campeonato.