domingo, 13 julio 2025

El timo del ‘falso rescate’ de WhatsApp: cómo actúan y 3 señales para detectarlos

El timo del ‘falso rescate’ a través de WhatsApp se ha convertido en una de las amenazas más crueles y eficaces de la ciberdelincuencia actual, una estafa que no explota fallos tecnológicos, sino el resorte más poderoso del ser humano: el amor por la familia. Los delincuentes han perfeccionado una técnica de ingeniería social que suplanta la identidad de un hijo o una hija en apuros, generando una situación de pánico y urgencia diseñada para anular nuestro juicio. No se trata de un ataque sofisticado, sino de un guion de teatro macabro y muy bien ensayado, cuya efectividad, por desgracia, sigue creciendo de manera alarmante entre la población española.

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El éxito de esta modalidad delictiva radica en su escalofriante verosimilitud y en la rapidez con la que se desarrolla la trama. En cuestión de minutos, una persona puede pasar de la tranquilidad de su hogar a creer que su ser más querido se encuentra en una situación límite, necesitando ayuda económica de forma inmediata. La trampa no está en un virus ni en un enlace malicioso, sino en la manipulación psicológica. Comprender cómo actúan, cuáles son las señales de alarma inequívocas y cómo debemos reaccionar en frío es la única vacuna real contra un engaño que juega con nuestros sentimientos más profundos para vaciarnos el bolsillo y, lo que es peor, la confianza.

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SEÑAL 3: LA PETICIÓN DE DINERO URGENTE Y UN DESTINATARIO DESCONOCIDO

Fuente Pexels

La tercera y definitiva señal de que estamos ante una estafa es la petición económica en sí misma. Tras los preliminares, el delincuente lanzará su anzuelo: necesita una transferencia o un Bizum de forma inmediata. La cantidad solicitada no suele ser desorbitada, moviéndose en un rango de unos cientos a un par de miles de euros para que parezca un problema solucionable y no levante sospechas excesivas. La clave de esta fase es la urgencia. El pago se presenta siempre como una emergencia inaplazable, creando una presión temporal que busca evitar que la víctima tenga tiempo para pensar, consultar con otros o verificar la situación.

Junto a la urgencia, el detalle que desenmascara por completo el fraude es el destinatario de los fondos. El dinero se solicita a una cuenta bancaria o un número de Bizum que no pertenece al familiar, sino a una tercera persona o ‘mula’ que los delincuentes utilizan para recibir los fondos y dificultar su rastreo. La excusa para ello volverá a ser ingeniosa: «es la cuenta del técnico de la tienda», «la de un amigo que me está haciendo el favor». Esta triangulación es una característica intrínseca de la estafa. Un hijo en apuros reales intentaría por todos los medios que el dinero llegase a su propia cuenta o a la de alguien de extrema confianza, no a la de un completo desconocido.

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