El QR inverso, una nueva amenaza digital que acecha en los rincones más insospechados de nuestra vida cotidiana, se está convirtiendo en el último quebradero de cabeza para consumidores y negocios por igual. Lo que comienza como un gesto tan habitual como escanear un código para pagar el párking o consultar la carta del restaurante, puede desembocar en una desagradable sorpresa, dejando al descubierto datos sensibles y el bolsillo temblando ante la astucia de los ciberdelincuentes que perfeccionan día a día sus técnicas.
Esta modalidad de fraude explota la confianza depositada en una tecnología que, hasta hace poco, considerábamos segura y práctica, y es que la facilidad con la que hemos adoptado el uso de los códigos QR para multitud de gestiones cotidianas ha abierto una brecha inesperada que los amigos de lo ajeno están aprovechando con una habilidad pasmosa. La rapidez y la desatención con la que a menudo interactuamos con estos códigos en entornos públicos nos convierten, sin saberlo, en blancos fáciles para una estafa silenciosa pero potencialmente devastadora, cuyo alcance real aún estamos empezando a vislumbrar.
1LA TRAMPA DIGITAL EN TU BOLSILLO: ASÍ FUNCIONA EL QR INVERSO
El mecanismo detrás de esta estafa del QR inverso es, a la vez, simple y diabólico en su concepción, basándose en la suplantación de la identidad digital en puntos de servicio físico. Los estafadores, con una meticulosidad que sorprende, identifican códigos QR legítimos en lugares concurridos, como las máquinas de pago en un aparcamiento o las mesas de un establecimiento de hostelería, y colocan sobre ellos una pegatina idéntica en apariencia, pero cuyo contenido digital lleva a otro destino.
Este destino no es otro que una página web falsa, diseñada con una apariencia indistinguible de la original, que solicita datos de pago, información personal o, en algunos casos, incluso la descarga de software malicioso, porque la confianza en el entorno donde se realiza el escaneo juega un papel crucial para que la víctima no sospeche al encontrarse con una interfaz que parece legítima y solicita información que, en ese contexto (como pagar o registrarse), podría parecer razonable entregar. Es un engaño que se cimenta en la familiaridad y la prisa del usuario medio.