miércoles, 16 julio 2025

¿Sabías que tu móvil puede ser un detector de mentiras? Así funciona

La posibilidad de que tu móvil se convierta en un detector de mentiras suena a ciencia ficción, ¿verdad? Parece sacado de una película de espías o de esas series policiacas donde la tecnología lo resuelve todo en cuestión de segundos. Sin embargo, la idea de que un dispositivo tan cotidiano como un smartphone pueda analizar el tono de voz o incluso el lenguaje corporal para discernir si alguien dice la verdad, o si está intentando colarnos una trola de campeonato, está más presente en nuestro día a día de lo que pensamos. Las aplicaciones que prometen esta capacidad ya pueblan las tiendas digitales, ofreciendo al usuario medio una herramienta que, supuestamente, va más allá de la intuición humana.

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Detrás de esta intrigante propuesta, se esconde la aplicación de algoritmos y tecnologías que buscan identificar patrones sutiles en nuestra comunicación, tanto verbal como no verbal. Estas apps afirman basarse en principios que, de forma tradicional, se han asociado a la detección del engaño, aunque la comunidad científica es mucho más cauta a la hora de validar su eficacia en un entorno no controlado. La proliferación de estas herramientas plantea no solo la eterna cuestión de su fiabilidad real, sino también una serie de interrogantes éticos y de privacidad que merecen una pausa para la reflexión.

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CUANDO EL CUERPO HABLA SIN PALABRAS

Fuente: Freepik

Más allá de la voz, nuestro cuerpo comunica constantemente a través de gestos, posturas y expresiones faciales, un lenguaje no verbal que a menudo escapa a nuestro control consciente. Las microexpresiones, esos movimientos faciales fugaces que duran apenas fracciones de segundo, son particularmente difíciles de disimular y, según investigaciones en el campo de la psicología, podrían revelar emociones genuinas que contradicen lo que se está diciendo verbalmente.

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La integración de capacidades de análisis visual en un potencial detector de mentiras móvil es, por tanto, el siguiente paso lógico en el desarrollo de estas tecnologías. Aunque técnicamente más complejo, un smartphone moderno con su cámara de alta resolución podría, en teoría, capturar y analizar algunas de estas señales no verbales. La dificultad radica en interpretar correctamente la vasta cantidad de datos visuales y en diferenciar entre un gesto nervioso habitual y uno específicamente asociado al engaño, un desafío considerable incluso para sistemas avanzados de inteligencia artificial.

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