La posibilidad de recibir una multa fantasma por un gesto tan cotidiano como ponerse las gafas de sol al volante ha generado cierta inquietud entre los conductores, un rumor persistente que, aunque parezca exagerado, encuentra cierto fundamento en el siempre extenso y, a veces, sorprendente Reglamento General de Circulación. No se trata de una prohibición absoluta a este accesorio tan útil y necesario, especialmente en un país con tantas horas de luz solar como España, sino de ciertas circunstancias y tipos de lentes que, lejos de ayudar, pueden comprometer seriamente la seguridad en la carretera, un detalle que la DGT vigila con atención.
Este riesgo latente de sanción, de hasta 200 euros en los casos más desfavorables, no surge de una normativa específica que diga «prohibido conducir con gafas de sol X», sino de la aplicación de un artículo de carácter más general que apela directamente a la responsabilidad del conductor sobre su visibilidad y control del vehículo, abriendo la puerta a interpretaciones por parte de los agentes de tráfico en situaciones muy concretas donde el uso de ciertas gafas pueda considerarse un impedimento grave para una conducción segura, especialmente en escenarios de baja luminosidad o cambios drásticos de luz como los túneles.
3LA NOCHE Y LAS GAFAS: UNA COMBINACIÓN ARRIESGADA
Conducir de noche con gafas de sol, sin importar el tipo de filtro que tengan, es otra de esas acciones que, aunque a simple vista parezcan inofensivas para algunos, pueden ser motivo de sanción y, lo que es más importante, suponen un riesgo manifiesto para la seguridad vial. La oscuridad nocturna de por sí reduce la visibilidad y exige extremar la precaución, y añadir unas lentes diseñadas para filtrar la luz solar a esta ecuación solo empeora la situación, disminuyendo aún más la ya limitada percepción del entorno y de los posibles obstáculos en la vía. La DGT es tajante en este punto: el uso de cualquier tipo de gafas de sol durante la noche está prohibido y puede ser sancionado, ya que compromete gravemente el campo de visión necesario para una conducción segura en condiciones de baja luminosidad natural, una circunstancia que los agentes de tráfico pueden interpretar como un incumplimiento del deber de mantener la atención y visibilidad adecuadas al volante.
La lógica detrás de esta prohibición es aplastante: las gafas de sol, por definición, están hechas para reducir la cantidad de luz que llega a los ojos, algo deseable bajo el sol intenso pero totalmente contraproducente cuando la fuente principal de luz son las farolas, los faros de otros coches o la iluminación de la carretera. Al conducir de noche, cada haz de luz, por tenue que sea, es crucial para percibir la profundidad, la distancia y los detalles del entorno, y cualquier elemento que lo disminuya artificialmente, como unas gafas de sol, se convierte en un obstáculo para una conducción segura, facilitando la aparición de la temida multa fantasma si un agente constata esta imprudencia que puede tener consecuencias fatales. La visión nocturna ya presenta desafíos inherentes, y empeorarla voluntariamente con el uso de gafas de sol es una negligencia que la normativa de tráfico sanciona con el objetivo de prevenir accidentes.