miércoles, 16 julio 2025

La OCU analiza las cremas solares infantiles: estas son las que realmente protegen y las que no cumplen con el SPF anunciado

El solsticio de verano marca, para muchas familias, el pistoletazo de salida a la temporada de playa, piscina y actividades al aire libre, momentos de disfrute que vienen indefectiblemente ligados a la protección solar. La Organización de Consumidores y Usuarios, la OCU, lleva años poniendo la lupa sobre un producto esencial en este ritual veraniego, especialmente cuando hablamos de los más pequeños: las cremas solares infantiles. No es un capricho, sino una necesidad imperiosa dado que la piel de los niños es particularmente vulnerable a los daños de la radiación ultravioleta, y asegurar que el factor de protección solar (SPF por sus siglas en inglés) que anuncian en el envase es el real, es una cuestión de salud pública que la organización se toma muy en serio.

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Cada año, la OCU destina recursos a analizar una muestra representativa de las cremas solares infantiles más vendidas en el mercado español, sometiéndolas a rigurosos test de laboratorio. El objetivo es claro y vital: verificar que la protección frente a los rayos UVA y UVB declarada en el etiquetado se corresponde con la que realmente ofrecen al aplicarlas sobre la piel. Este trabajo de campo permite identificar aquellos productos que, por error o por diseño, no cumplen con lo prometido, poniendo en riesgo la salud cutánea de miles de niños que confían en su aparente eficacia para disfrutar del verano con seguridad. Los resultados de estos análisis son esperados por miles de padres y madres que buscan orientación fiable en un mercado saturado de opciones y reclamos publicitarios.

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LOS HALLAZGOS DE LA OCU: LUCES Y SOMBRAS EN EL MERCADO

Fuente: Freepik

Los análisis de la OCU rara vez dejan indiferente, y sus informes anuales sobre cremas solares infantiles suelen generar un considerable revuelo, a veces para bien y otras para señalar prácticas que ponen en entredicho la confianza del consumidor. Los resultados de sus estudios de la OCU suelen mostrar un panorama mixto: por un lado, hay productos que cumplen sobradamente con lo que prometen, ofreciendo la alta protección esperada para la delicada piel infantil y ganándose el sello de calidad de la organización. Estas cremas se convierten en opciones recomendadas, facilitando a los padres la elección de productos seguros y eficaces, evitando la incertidumbre que a menudo rodea la compra de este tipo de productos que son, a todas luces, esenciales.

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Pero la cara menos amable de estos estudios de la OCU es el descubrimiento recurrente de cremas que no alcanzan el factor de protección anunciado en su etiquetado. Estos productos, que a simple vista parecen ofrecer una alta protección, en los test de laboratorio demuestran tener un SPF significativamente menor, lo que puede llevar a los padres a una falsa sensación de seguridad. La OCU no duda en señalar a estas cremas, a menudo solicitando su retirada del mercado o exigiendo a los fabricantes que corrijan la información del etiquetado. Esta labor es fundamental, pues una crema que promete un SPF 50+ y en realidad solo ofrece un SPF 30, está exponiendo innecesariamente a los niños a los riesgos de la radiación solar, sin que sus padres sean conscientes del problema real.

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