La cultura de los bares en España es una institución casi sagrada, un pilar fundamental sobre el que se construye gran parte de nuestra vida social. Instintivamente, uno podría pensar que las grandes urbes como Madrid o Barcelona, con su incesante trasiego de gente y su abrumadora oferta de ocio, se llevarían la medalla de oro en cuanto a concentración de estos establecimientos. Sin embargo, la realidad estadística a menudo desmonta las perceiones más arraigadas, revelando un mapa hostelero mucho más sorprendente y matizado, un tejido social que une a generaciones, donde se cierran tratos con un apretón de manos y una caña bien tirada, y se celebran tanto las grandes victorias como las pequeñas alegrías cotidianas.
La verdadera campeona de la hostelería por habitante se esconde lejos de los focos mediáticos de las metrópolis, en una provincia del noroeste peninsular. Este dato, extraído de un minucioso estudio de la Federación Española de Hostelería, no solo rompe con los tópicos, sino que invita a una reflexión más profunda sobre qué define la esencia de nuestra cultura de bar. No se trata solo de cantidad, sino de calidad, tradición y, sobre todo, de un modelo de negocio que pone en valor la generosidad y la cercanía, una ciudad que desafía todas las expectativas, demostrando que la verdadera esencia hostelera no siempre reside en el bullicio de las grandes capitales, sino en el corazón de provincias con una arraigada tradición.
3MADRID Y BARCELONA, GIGANTES DESTERRADOS DEL TRONO DE LOS BARES

Es innegable que, en términos absolutos, Madrid y Barcelona cuentan con un número de establecimientos hosteleros que empequeñece al de cualquier otra ciudad española. Sus calles están repletas de locales de todo tipo, desde tabernas centenarias hasta las más modernas coctelerías. Sin embargo, la clave del estudio reside en la ratio por habitante, un indicador que mide la densidad real de la oferta en relación con la población. En este sentido, la inmensa población de estas urbes diluye la concentración, dando como resultado una ratio por habitante considerablemente inferior a la de León, aunque la sensación en calles como la Cava Baja o el Born pueda parecer la contraria.
Además, la cultura de los bares en las grandes capitales ha evolucionado hacia un modelo diferente, a menudo más segmentado y enfocado al turismo o a públicos muy específicos. Mientras que en León predomina el bar de barrio, un punto de encuentro vecinal, en Madrid o Barcelona encontramos una mayor especialización. Por ejemplo, el modelo de negocio en las grandes capitales se orienta a menudo hacia la especialización y el turismo, creando locales temáticos que buscan un nicho de mercado específico en lugar del bar de barrio tradicional, ese que funciona como punto de encuentro para los vecinos de toda la vida.