miércoles, 16 julio 2025

El error en las rotondas que comete el 80% de los conductores y que la DGT no para de recordar

La correcta circulación en las rotondas es una de las grandes asignaturas pendientes para los conductores españoles, según insiste una y otra vez la DGT. Estas infraestructuras, diseñadas en su origen para fluidificar el tráfico y reducir la siniestralidad en los cruces, se han convertido paradójicamente en un punto negro de tensión, malos entendidos y maniobras peligrosas. La confusión sobre cómo y cuándo utilizar cada carril es la causa principal de esta anarquía circulatoria. Una situación que se repite de forma sistemática en pueblos y ciudades, transformando lo que debería ser una solución de ingeniería vial en un examen diario que una inmensa mayoría de los conductores suspende sin ni siquiera ser consciente de ello, generando un riesgo innecesario.

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El problema radica en una interpretación errónea y generalizada de las normas más básicas de circulación, una costumbre tan arraigada que se ha normalizado por completo. La cuestión no es baladí, pues, este fallo en la interpretación de las normas de circulación es la antesala de innumerables colisiones laterales y frenazos bruscos, pequeños sustos que podrían evitarse con un simple gesto. La frustración es palpable en el ambiente, manifestada en forma de bocinazos y gestos de desaprobación que no solucionan el problema de fondo. Entender la lógica detrás de una glorieta no es solo una cuestión de aprobar un examen teórico, sino un ejercicio de responsabilidad y convivencia vial que nos afecta a todos cada vez que nos ponemos al volante.

LA ‘RECTA’ IMAGINARIA: EL ORIGEN DEL CAOS EN LAS GLORIETAS

LA 'RECTA' IMAGINARIA: EL ORIGEN DEL CAOS EN LAS GLORIETAS
Fuente Pexels

El fallo capital que desencadena el caos se conoce popularmente como «hacerse la rotonda recta». Consiste en entrar a la glorieta por el carril derecho, o incluso por el izquierdo, y atravesarla en diagonal para tomar la segunda o tercera salida sin cambiar de carril progresivamente. Esta tendencia a trazar una línea recta imaginaria desde la entrada hasta la salida deseada, ignorando por completo la función específica de cada carril dentro del anillo, es la principal fuente de conflicto. Los conductores que cometen este error actúan como si la rotonda no existiera, tratándola como una intersección simple en la que el camino más corto es una línea recta, una peligrosa ilusión óptica que choca frontalmente con la normativa que la DGT intenta inculcar.

Esta maniobra, además de ser antirreglamentaria, genera una situación de altísimo riesgo. El conductor del carril interior que pretende salir directamente, se cruza de manera indebida en la trayectoria de quien circula correctamente por el exterior, forzando a este último a frenar bruscamente o a realizar una maniobra evasiva para evitar la colisión. Es una invasión del espacio que convierte al conductor que cumple la norma en una víctima potencial de la imprudencia ajena. La glorieta deja de ser un espacio ordenado para convertirse en una jungla donde impera la ley del más audaz o del más rápido, en lugar de la del reglamento de circulación.

EL BAILE DEL CARRIL EXTERIOR: LA COREOGRAFÍA QUE LA DGT QUIERE QUE APRENDAS

Para acabar con esta peligrosa costumbre, solo hay que recordar una regla de oro que simplifica toda la ecuación. La norma es diáfana y no admite interpretaciones, para abandonar la glorieta siempre se debe estar situado en el carril más externo, como si de una calle de sentido único que se bifurca se tratase. El carril exterior es el único carril de salida. Por lo tanto, si un conductor circula por un carril interior, su única función es continuar girando dentro de la rotonda hasta que pueda cambiarse al carril exterior con la seguridad y la antelación suficientes para tomar su salida. La DGT lo asemeja a una autovía: nadie tomaría una salida desde el carril izquierdo cruzando los demás.

¿Qué ocurre si nos pasamos nuestra salida por estar en un carril interior? La impaciencia es la peor consejera en esta situación. La única opción segura y reglamentaria es dar otra vuelta completa a la rotonda, buscando la incorporación al carril exterior con la antelación y seguridad necesarias, sin poner en riesgo a nadie. Intentar salir «a las bravas» desde un carril interior es una temeridad que pone en jaque la seguridad de todos. La paciencia de perder treinta segundos adicionales en dar un nuevo giro completo es infinitamente preferible al riesgo de provocar un accidente. La DGT recuerda constantemente que la anticipación es la clave para una conducción segura, y en las rotondas, esta máxima cobra especial importancia.

PILOTO AUTOMÁTICO Y FALSOS MITOS: ¿POR QUÉ INSISTIMOS EN EL ERROR?

EL BAILE DEL CARRIL EXTERIOR: LA COREOGRAFÍA QUE LA DGT QUIERE QUE APRENDAS
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La persistencia de este error masivo no se debe únicamente al desconocimiento, sino también a factores psicológicos y a la fuerza de la costumbre. Esta mala praxis se alimenta de una peligrosa combinación de prisa y hábito, ese modo de ‘piloto automático’ que nos hace replicar patrones incorrectos sin cuestionarlos, simplemente porque es lo que vemos hacer a diario o lo que consideramos, erróneamente, más eficiente. La presión del tráfico, el estrés del día a día y la falsa sensación de control nos llevan a tomar atajos mentales que, en el caso de las rotondas, se traducen en maniobras peligrosas. Romper con esta inercia requiere un esfuerzo consciente por parte de cada conductor.

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Además, existen falsos mitos que se han perpetuado en el imaginario colectivo, como la creencia de que el carril izquierdo es «para ir a la izquierda» o para las salidas más lejanas. El carril interior no es un atajo para la tercera salida, sino un carril para circular de forma paralela al exterior mientras se espera el momento oportuno para cambiarse y preparar la salida, una especie de ‘sala de espera’ rodante. Su función es permitir que otros vehículos se incorporen o abandonen la glorieta sin entorpecer el flujo principal. Desmontar estos mitos es una tarea pedagógica fundamental en la que la DGT invierte recursos constantemente a través de sus campañas informativas.

MÁS ALLÁ DEL CLAXON: DE LA MULTA A LA COLISIÓN LATERAL

Las consecuencias de realizar esta maniobra incorrecta van mucho más allá de un simple bocinazo o un mal rato. La consecuencia más inmediata y visible es la tensión que se genera, pero, la infracción puede acarrear sanciones económicas importantes por conducción temeraria o por no respetar la prioridad, algo que muchos conductores desconocen. Una salida desde el carril interior puede ser interpretada por los agentes de la autoridad como un cambio de carril sin respetar la prioridad del vehículo que circula por el carril correcto, lo que supone una infracción grave que puede alcanzar los 200 euros de multa, aunque sin retirada de puntos del carné. La DGT busca con esto un efecto disuasorio.

El peor escenario, sin embargo, no es la sanción económica. El resultado más grave es la colisión lateral por alcance, un tipo de siniestro en el que la carrocería ofrece menos protección y las lesiones pueden ser de mayor consideración, transformando un simple trayecto en una tragedia evitable. En caso de accidente, la responsabilidad recae casi siempre sobre el conductor que invade el carril exterior desde el interior, ya que es él quien realiza una maniobra indebida. Asumir la correcta circulación en las rotondas no es un capricho de la DGT, sino una necesidad imperiosa para proteger nuestra propia integridad física y la de los demás usuarios de la vía.

EL CÓCTEL EXPLOSIVO: INTERMITENTES FANTASMA Y PRIORIDADES OLVIDADAS

EL CÓCTEL EXPLOSIVO: INTERMITENTES FANTASMA Y PRIORIDADES OLVIDADAS
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Al problema troncal del uso incorrecto de los carriles se le suman otros errores que, combinados, convierten las rotondas en un escenario de riesgo impredecible. A la incorrecta elección del carril se suma la ausencia casi total de los intermitentes, esa herramienta de comunicación fundamental que brilla por su ausencia y convierte cada glorieta en un ejercicio de adivinación, aumentando la incertidumbre. No señalizar la intención de abandonar la rotonda con el intermitente derecho, o el uso erróneo del intermitente izquierdo para indicar que se permanece en ella, son prácticas que entorpecen la fluidez y elevan el riesgo de colisión al impedir que los demás anticipen nuestros movimientos.

Finalmente, el último ingrediente de este cóctel es el olvido de la norma de prioridad más básica que rige estas infraestructuras. El último ingrediente de este cóctel es el olvido de la norma de prioridad más básica, quien ya circula por el anillo tiene siempre la preferencia sobre el que pretende acceder, un principio que parece desvanecerse en el momento de ceder el paso. Muchos conductores fuerzan su entrada en la glorieta, obligando a los que ya están dentro a frenar de forma inesperada. Este cúmulo de errores, encabezado por el mal uso de los carriles, es lo que la DGT se esfuerza en corregir para que las rotondas cumplan su función original: ser un elemento de seguridad y no un foco de conflictos.

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