La estafa que se ha coronado como la más peligrosa y extendida en las redes sociales durante este 2025 no llega con las fanfarrias de un virus informático ni con la complejidad de un ataque de denegación de servicio. Por el contrario, se desliza silenciosamente en nuestras vidas digitales, vistiendo el disfraz de la normalidad y la confianza. Se aprovecha de nuestra conexión constante y de la familiaridad que sentimos en plataformas como Instagram, Facebook o TikTok. El verdadero peligro reside en su aparente inocuidad, en un simple mensaje o una etiqueta en una publicación que, sin que lo sospechemos, puede abrir la puerta a un quebradero de cabeza financiero y personal de dimensiones considerables.
El ingenio de los ciberdelincuentes ha evolucionado hasta crear un ecosistema de engaño casi perfecto, donde la prisa y la curiosidad son los principales aliados del fraude. Ya no se trata de correos electrónicos con una redacción torpe y promesas inverosímiles que alertaban hasta al más despistado. Ahora, la amenaza se personaliza, utiliza nuestra propia red de contactos como cebo y explota la ingeniería social con una precisión quirúrgica. Comprender su funcionamiento no es una opción, sino una necesidad imperiosa para navegar con seguridad en un entorno digital donde, tras una foto de perfil atractiva o una oferta irresistible, se esconde a menudo un calculado intento de vulnerar nuestra privacidad y nuestro bolsillo.
2RADIOGRAFÍA DEL ENGAÑO: LAS SEÑALES INEQUÍVOCAS DE UN PERFIL FALSO

Identificar un perfil falso es la primera línea de defensa para no caer en esta extendida estafa. Los patrones, aunque cada vez más sofisticados, suelen repetirse y dejan un rastro que un ojo entrenado puede detectar. Un perfil creado hace apenas unos días o semanas es una bandera roja inmediata. A menudo, estos perfiles tienen muy pocas publicaciones, casi todas subidas en la misma fecha, y carecen de la historia y la coherencia de una cuenta real. Las fotografías de perfil pueden ser robadas de otros usuarios o, cada vez más, generadas por inteligencia artificial, lo que les confiere un aspecto extrañamente perfecto y sin imperfecciones. La biografía suele ser genérica, con frases motivacionales o descripciones vagas, y rara vez contiene detalles personales verificables que aporten autenticidad.
Otro aspecto fundamental es analizar la red de contactos y la interacción del perfil sospechoso. Un usuario auténtico interactúa con sus amigos, recibe comentarios variados y participa en conversaciones. Los perfiles falsos, en cambio, suelen seguir a miles de cuentas pero tienen muy pocos seguidores, una desproporción que debería hacer saltar las alarmas. Sus seguidores, si los tienen, suelen ser otras cuentas falsas o bots, reconocibles por sus nombres de usuario extraños y la ausencia de actividad. La falta de comentarios en sus publicaciones, o la presencia de comentarios genéricos y repetitivos, es otra señal clara de que estamos ante una elaborada puesta en escena para perpetrar una estafa, una cáscara vacía diseñada únicamente para engañar.