Una mala conexión a Internet tiene la capacidad de arruinar el día más productivo o la tarde de cine más esperada. La frustración de una página que no carga, una videollamada que se congela en el momento más inoportuno o ese capítulo de tu serie favorita que se detiene a cada instante es una experiencia universal en la era digital. Lo que muchos desconocen es que la solución, muchas veces se encuentra al alcance de nuestra mano, está oculta en ese aparato parpadeante que solemos ignorar: el router. La mayoría de los usuarios asume que la velocidad contratada es el único factor determinante, sin sospechar que un simple ajuste puede marcar una diferencia abismal.
Este pequeño secreto no requiere de conocimientos técnicos avanzados ni de la intervención de un especialista. Se trata de un cambio que cualquiera puede realizar en pocos minutos y que puede transformar por completo la experiencia de navegación en el hogar. La clave reside en comprender que nuestra red Wi-Fi no opera en el vacío, sino que comparte un espacio invisible con decenas de otras señales que la perturban constantemente. Aprender a gestionar este entorno, y cómo podemos, con un ajuste que no lleva más de cinco minutos, convertir nuestra autopista digital congestionada en una vía rápida y exclusiva, es el primer paso para disfrutar de una vez por todas del servicio por el que pagamos.
22.4 GHZ FRENTE A 5 GHZ: LA BATALLA DE LAS FRECUENCIAS

Para entender la elección de canales, primero hay que diferenciar entre las dos bandas de frecuencia en las que operan los routers modernos: 2.4 GHz y 5 GHz. La banda de 2.4 GHz es la más antigua y, por ende, la más utilizada. Tiene un mayor alcance, lo que significa que su señal llega más lejos y atraviesa mejor las paredes, pero a cambio dispone de muchos menos canales no superpuestos, generalmente solo tres (el 1, el 6 y el 11). Esto provoca que sea una banda extremadamente congestionada, no solo por otras redes Wi-Fi, sino también por otros aparatos electrónicos, y aunque ofrece una mayor cobertura, es mucho más susceptible a las interferencias y a la congestión, lo que a menudo se traduce en una conexión inestable.
Por otro lado, la banda de 5 GHz es como una autopista recién inaugurada, mucho más ancha y con muchísimos más carriles disponibles. Ofrece velocidades de transferencia de datos significativamente más altas y, al tener más canales, la probabilidad de interferencias con los vecinos es drásticamente menor. Su principal inconveniente es que su alcance es más reducido y su señal se debilita más fácilmente con los obstáculos físicos como muros o muebles. Por ello, para garantizar una buena conexión, esta banda es la opción preferente, siempre que nuestros dispositivos se encuentren relativamente cerca del router, para actividades que demandan un gran ancho de banda como el streaming de vídeo en 4K o los videojuegos en línea.