La emoción de una compra online es casi universal, un pequeño ritual moderno que va desde el clic de confirmación hasta la esperada llegada del paquete. Abrimos la caja con expectación, pero a veces, la realidad no está a la altura de la imagen en la pantalla. El color no es el que parecía, la talla no encaja, el dispositivo no funciona como prometía o, simplemente, ya no lo queremos. En ese momento de decepción, muchos creen que el camino de vuelta es un laberinto de excusas, formularios y discusiones con el vendedor. Sin embargo, la ley nos concede un as en la manga realmente poderoso.
Lo que la mayoría de los consumidores desconoce es que existe una herramienta legal formidable diseñada para protegernos en este escenario: el derecho de desistimiento. No se trata de una política de buena voluntad de la tienda, sino de un derecho irrenunciable que nos ampara en casi cualquier transacción a distancia. Este mecanismo nos permite, en esencia, cambiar de opinión sin tener que dar la más mínima explicación, convirtiendo el arrepentimiento del comprador en una razón legítima para anular un contrato y recuperar nuestro dinero, incluso si hemos abierto y probado el producto. Es el poder de decir «no lo quiero» y que la ley te respalde.
3‘PERO, ¿PUEDO HABERLO USADO?’ LOS LÍMITES REALES DE LA PRUEBA DEL PRODUCTO

Esta es la pregunta del millón y la fuente de la mayoría de los conflictos. La respuesta es sí, puedes haber usado el producto, pero con matices muy importantes. La normativa permite al consumidor manipular y probar el artículo para determinar su naturaleza, sus características y su funcionamiento. La analogía perfecta es pensar en lo que harías en una tienda física, por lo que puedes sacarlo de su caja, encender un dispositivo electrónico o probarte una prenda de ropa. Esta manipulación es necesaria para poder tomar una decisión informada sobre la compra online.
Sin embargo, el derecho a probar no es un permiso para usar el producto de forma continuada. Si tu manipulación va más allá de la mera comprobación y disminuye el valor del bien, el vendedor podría reclamarte una compensación. Por ejemplo, no es lo mismo probarse unos zapatos en casa que salir a correr con ellos un par de días. En ese caso, el vendedor está legalmente facultado para reembolsarte solo una parte del precio, descontando la cantidad correspondiente a la depreciación del producto por un uso indebido. El límite está en el sentido común y en no ir más allá de una simple prueba.