La ensaladilla rusa perfecta es, sin lugar a dudas, uno de los grandes unicornios de la gastronomía española. Se trata de un plato que desata pasiones, divide familias y genera debates interminables en las barras de los bares de toda España. Cada cocinero, ya sea profesional o aficionado, atesora su propia receta como si fuera un secreto de estado, una liturgia de ingredientes y proporciones que considera la única y verdadera. En este santoral gastronómico donde todos creen poseer la verdad absoluta, que una voz con la autoridad de un chef tres estrellas Michelin dicte sentencia sobre lo que es correcto y lo que es un sacrilegio, es un acontecimiento de primer orden.
Cuando Dani García, uno de los cocineros más influyentes de nuestro país, desvela los pilares de su versión, el mundo de los fogones se detiene a escuchar. Y sus mandamientos son tan claros como contundentes, basados en la pureza del sabor y en la nobleza del producto. No se trata de una receta más, sino de un manifiesto que busca despojar al plato de todos los artificios y vicios adquiridos a lo largo de décadas de interpretaciones populares. Es la hoja de ruta definitiva para alcanzar la excelencia en una preparación aparentemente sencilla pero endemoniadamente compleja. Descubrir sus claves es entender la verdadera esencia de una buena ensaladilla rusa.
5EL RITUAL FINAL: TEMPERATURA, REPOSO Y EL ARTE DE SERVIR LA ENSALADILLA PERFECTA

La elaboración de una ensaladilla rusa de campeonato no termina cuando se mezclan todos los ingredientes. De hecho, uno de los pasos más importantes y a menudo olvidados es el reposo. Una vez mezclada con suavidad, la ensaladilla debe guardarse en el frigorífico, cubierta con film transparente a piel para que no se seque ni coja olores. Un reposo en frío de al menos un par de horas es absolutamente innegociable, ya que permite que los sabores se asienten, se fusionen y se integren en una armonía perfecta. Este tiempo de espera es lo que transforma una simple mezcla de ingredientes en un plato cohesionado y lleno de matices.
El último secreto está en el servicio. Sacarla del frigorífico y servirla inmediatamente es un error común que mata gran parte de sus matices. El frío extremo anestesia las papilas gustativas. Para disfrutarla en su máximo esplendor, es recomendable atemperarla. Sacarla del frigorífico unos veinte minutos antes de su consumo, permite que los sabores se despierten y se expresen en su plenitud. A la hora de servir la ensaladilla rusa, la sencillez es la máxima elegancia: una buena porción en el plato, quizás decorada con un poco más de yema de huevo rallada o un lomo de atún, y acompañada de unos buenos picos de pan o regañás para disfrutar de su textura cremosa.